HACE 110 AÑOS. Fuerzas blancas y gubernistas se enfrentaron en Paso Calatayud
Ramiro Tourreilles
Redacción
A fines de 1903 estaban vigentes los pactos de “La Cruz” (1897) y de “Nico Pérez” (1903), que –entre otras cosas- significaron la adjudicación al Partido Nacional de seis Jefaturas Políticas (entre ellas la de Flores). En aquel momento el Jefe Político de Flores era el Dr. Juan P. de Freitas.
Desde fines de 1903 las delicadas relaciones entre los blancos y el gobierno de Batlle y Ordoñez estaban deteriorándose, pues una serie de actitudes de este último venían inquietando al Partido Nacional que, aunque era firme partidario de la Paz, secretamente tomaba sus precauciones para el caso de que fueran violadas las cláusulas de los pactos.
En noviembre de 1903, a raíz de un incidente fronterizo ocurrido en Rivera (otro departamento “blanco”), fueron enviados al mismo dos regimientos de caballería, los cuales llegaron cuando el incidente ya fue solucionado. La decisión de Batlle y Ordoñez de mantener dichos regimientos, fue considerada por Saravia violatoria de dichos compromisos. Las gestiones para su retiro fueron infructuosas, Batlle incluso dispuso el refuerzo de todas las policías del país y la formación de divisiones en varios departamentos.
El 1º de enero de 1904 ocurrieron algunos tiroteos entre fuerzas policiales y partidas blancas en Tacuarembó, Paysandú y Treinta y Tres.
El 4 de enero de 1904 se produjo el encuentro de Paso Calatayud –que rememoramos- y hubo otros en Maldonado y Rivera. El 7 de enero, cuando fracasaron los intentos pacifistas, Aparicio Saravia se puso al frente del Ejército Blanco, iniciándose así la Guerra Civil de 1904.
LOS MOMENTOS PREVIOS A CALATAYUD
En las primeras horas del 4 de enero de 1904, el Comisario de la 6ª Sección, Lucio López, recibe informes confidenciales que le comunicaron que una fuerza militar marchaba apresuradamente desde la ciudad de Durazno hacia el departamento de Flores (era una parte del 2º de Caballería, al mando de Luis González, sobrino del Gral. Pablo Galarza, su Jefe). Tenía esta fuerza la intención de sorprender al Cnel. José F. González, sin darle tiempo a prepararse y así hacer fracasar la inminente guerra, que tendría en los porongueros importante ayuda.
El Jefe de la División “poronguera” no creía aún que el gobierno se lanzase a la guerra.
Se ordenó el reconocimiento de las fuerzas gubernistas, y cuando éstas estaban a la altura del arroyo “La Cordobesa”, y se tenía clara la realidad, José F. González ordena vigilar el movimiento de las tropas, entorpeciendo y dificultando su avance en lo posible, y a la vez retirándose hacia Trinidad. Se cortaron las comunicaciones telefónicas y telegráficas. Mientras tanto el Cnel. González se puso al frente de la Compañía Urbana y de algunos policías de la 1º Sección-que eran los medios de resistencia con los que contaba ante el imprevisto ataque- y tomaba las medidas urgentes para poder salvar a sus hombres que, diseminados y careciendo de armamentos, serían fácil presa de los atacantes. En el predio de la “Exposición – Feria” los soldados – ciudadanos de González estaban equipándose.
Cumpliendo la orden de entorpecer y dificultar el avance de las tropas gubernistas, Hortelio González, perseguido por algunos enemigos, hizo uso de su arma. A punto de ser alcanzado, tres o cuatro compañeros, con una descarga contienen a un numeroso grupo de soldados de línea que los perseguían.
EL COMBATE
Trinidad despertó alarmada por las detonaciones de descargas de fusilería en el paso Calatayud , pues pronto el grueso del ejército gubernista avanza hacia el arroyo Porongos, en guerrillas tendidas y escalonadas. Del frente y por los flancos los atacantes concentraban fuego sobre el paso al que llegan por distintas direcciones, amparándose en el monte y en los espesos pajonales (aún no existía el puente y las márgenes del arroyo estaban bordeadas por el monte indígena). Lizardo R. González con sus hombres llegó al lugar, al igual que Vicente Nicoleta (2º Jefe de la Urbana de Porongos). Alrededor de veinte voluntarios decididos y con escasas municiones enfrentan a un enemigo superior en número y con armas y municiones modernas y en cantidad suficiente.
De este lado del paso, cumpliendo las órdenes que José Pedro Ferrer le transmitiera de su jefe, Nicoleta alentaba a sus soldados y resistía, a la vez que espada en mano, seguido de su pequeño escuadrón, pasó al otro lado de Calatayud. El fuego arreciaba; desde el monte los soldados gubernistas tiraban sobre el paso haciendo blanco fácil. Las primeras descargas abren claros sensibles en las filas blancas; hay muertos y heridos, otros les sustituyen y aprovechan sus armas. La lucha se torna cuerpo a cuerpo. Era imposible resistir más, aunque era prudente retirarse, Nicoleta no cedía un palmo de terreno al enemigo.
Los que logran montar a caballo empiezan a retirarse, protegiendo a los que quedaron a pie.
A pocos centenares de metros nuevamente se hace frente, hay otros muertos.
Luego de enviar chasques en todas direcciones, para prevenir a los compañeros y darles un punto de cita, el Cnel. José F. González, con los pocos hombres que pudo armar (algunos policías y un grupo de ciudadanos) llegó en auxilio de sus defensores, pero ya era tarde. González llegó hasta el cerro, cerca del monte, de ahí se dominaba el campo enemigo. Los soldados que quedaban de Nicoleta venían en retirada, en línea abierta, subiendo el cerro; los gubernistas habían pasado Calatayud y tendían sus guerrillas.
La defensa del paso se extendió por algunas horas hasta que José F. González calculó que sus chasques estuviesen a mitad de camino, por lo que ordenó retirarse despacio, lo que los gubernistas creyeron que era una invitación para que atacaran y temiendo que cerca de Trinidad hubiese gente atrincherada y que Cayetano Gutiérrez los tomase por retaguardia entre dos fuegos, resolvieron campar junto al monte, en la alameda que había a la izquierda del paso.
La retirada continuó hasta llegar a Trinidad, donde ya se organizaron las milicias ciudadanas que marcharon hacia el interior del departamento, salvándose así la división “poronguera”.
Al retirarse González, dejando algunos heridos en el paso, se produjeron algunos degüellos. Un diario bonaerense (“La Tribuna”) recogió del Jefe Político de Flores que se encontraron cinco cuerpos degollados. Es recordado por todos que el cadáver de Vicente Nicoleta (2º Jefe de la Urbana) fue encontrado desnudo, acribillado de heridas en el cuerpo, en los brazos y manos y degollado, reyuno y castrado. Junto a él solo se halló el cabo de su rebenque con el que parecía haberse defendido en los últimos minutos. También fueron encontrados desnudos y degollados los cuerpos de Salcedo y Castaño, soldados de la Urbana de Porongos.
PARTICIPANTES EN EL COMBATE
Ofelio Acland, en un discurso de homenaje pronunciado en 1942, hizo la siguiente nómina de defensores del Paso Calatayud (él mismo reconoció que puede estar incompleta):
Vicente Nicoleta, Lizardo R. González, Cleofe Gutiérrez, N. Romero, Manuel Salcedo, el Sargento Veloz, Hortelio González, Julio Lugo, Silverio Adán, Juan Aguilar, Hortensio Techera, Alberto Vera, Manuel Pedro Delgado, Fidel Santurio, Juan Manuel González, Ramón Segovia, Bautista Saralegui, Juan Pedro Pampillón, Manuel Mañán, Lucas Gallego, Alberto Nogueira y Claudio Figueroa.
LA CRUZ ROJA
Ya existía en Trinidad la Cruz Roja, la cual se organizó rápidamente y tomó sus providencias para asistir a los heridos y sepultar a los muertos.
Concurrió al campo de batalla a cumplir su misión , y –a pedido del Pbro. Angel D. Navea-, la Iglesia Parroquial se convirtió en Hospital de Sangre.
Hubo 8 muertos (7 blancos y 1 colorado) y 11 heridos (9 blancos y 2 colorados).
LA DIVISIÓN PORONGUERA LLEGA A TRINIDAD EL 7 DE ENERO
El 7 de enero de 1904 las fuerzas nacionalistas retornaron a Trinidad con la incorporación de los maragatos. José Pedro Ferrer tomó varios prisioneros de la gente de Marcos García, que era Comandante Militar en Trinidad, los condujeron por la calle Montevideo (hoy Fondar) y él mismo los acompañó a la Jefatura Política haciendo entrega de ellos al Juez de Paz Don Juan A. Bula (colorado, a cargo de la Jefatura), para que los pusiese en libertad una vez que las columnas blancas hubiesen abandonado la ciudad.
LA DIVISIÓN DE GUTIÉRREZ
En otro orden, cabe consignar para completar el cuadro de lo que fue el inicio de la guerra civil en el departamento de Flores, que el 3 de enero, de noche, el Cnel. Cayetano Gutiérrez partió con su división desde su establecimiento –situado en las proximidades de Juan José Castro- para acampar en las costas de Chamangá, estuvo allí un día, para después contramarchar al paso de Villasboas del Yí, donde el 5 de enero recibió noticias sobre lo ocurrido en Calatayud.
Referencias:
-Ofelio Acland: “Calatayud. Episodio de 1904”. “Relación del Combate” (1942)
-Gregorio Barañano: “Calatayud”, periódico “La Democracia” (Trinidad, 4 de enero de 1928)
-Carlos Roxlo: “Selección de Textos”. Tomo 1 (Ed. Cámara de Representantes, 1993).
-Alfredo Lepro: “La Casa de la calle Montevideo” (1968).
-Celia Reyes de Viana: “El Nacimiento de una Ciudad”. Trinidad o Porongos (1954).
-Fernando Gutiérrez: “La Primera Jornada”. (“Revista Histórica”, órgano del Partido Nacional, Nº 15, Enero y Febrero de 1930).