Teníamos tanto glamour
Mirtana López
Columnista
Si un adjetivo nos parece alejado de caracterizar o de poner en boca de nuestro Presidente José Mujica, ese es el que derive del término Glamour. No son glamorosos sus zapatos o sus sacos, su lenguaje, su perrita, sus gustos gastronómicos. Sin embargo, es él quien varias veces ha recurrido a este término para explicar situaciones políticas complejas.
“A mí lo que me preocupa es cómo anda el pueblo chileno. Anda revoltoso y debe tener sus razones. De repente Piñera tiene poco glamour; de repente es poco simpático; de repente es demasiado empresario”. Estas observaciones de José Mujica con respecto al Presidente chileno Sebastián Piñera son del 3 de febrero de 2013, cuando en el país trasandino las protestas estudiantiles y sociales habían ocupado un primer lugar. Hoy, en esta semana posterior a las Elecciones Internas, cuando la designación del candidato a la vice presidencia ha sido tema excluyente en las tres colectividades políticas más importantes del Uruguay, y para agregar sorpresa, intriga o desconcierto, Mujica vuelve a citar el “Glamour”.
Por más que los que ya somos “genarios” -sexa, septua-, queramos modernizarnos y entender otros comentarios actuales del Presi, según los que “Lacalle Pou tiene el glamour del herrerismo”, nos cuesta mucho esta misma aplicación al hijo de Sendic, por ser hijo de Sendic. Dijo Mujica en esta semana: “Sendic tiene cierto glamour hecho por la historia de su padre y por la mítica”. Con lo que no le dejó ningún mérito propio al casi candidato a vice del Frente.
Con toda su larga y muy difundida historia de guerrillero, plantador de acelga y flores, estudiante de Humanidades pero jamás académico, renunciante a toda forma de riqueza, cuidado de la apariencia o excesiva comodidad, dio su apoyo a la candidatura a la vicepresidencia de Raúl Sendic, hijo, y la explicó de una forma tan inesperada que ha superado a las centenares de sorpresas ya provocadas en la opinión pública uruguaya con sus folklóricos comentarios. Según Mujica, Sendic tiene “glamour” o glamur, como escribió alguna publicación; y porque lo tiene puede aspirar a la opción de ser vicepresidente. Al igual que su esposa Lucía, “viene del tronco tupamaro”, aunque tardío y más europeizado. Además, su “glamour” proviene también de la calidad de su ropa, de su prolijidad y de la menor cantidad de años, agregamos nosotros. No dijo nada en esta oportunidad sobre su capacidad como técnico o gestor, de su formación científica, de su lealtad política al FA, virtudes del hijo del “Bebe” que sí ha mencionado en otras oportunidades.
¿A qué se refiere hoy, Mujica, cuando habla del “glamour” del hijo de Sendic? En todo caso no creemos que se refiera a lo glamoroso que identificaría el estilo de quienes bailan por un sueño o de quienes escandalizan las tardes de la TV porteña en los canales uruguayos. Flaco favor le haría a su “pichón”.
Intentando divertirnos un poco y buscar en el Mujica más oculto, acudimos a la definición que hace del término la Real Academia. De forma muy precisa, dice: “Encanto social que fascina”. En otras consultas de diccionarios, encontramos: “Encanto sofisticado” o “Anglicismo que originalmente refería a un hechizo mágico u oculto que afectaba la percepción visual de una persona, mostrando los objetos percibidos de manera diferente”. Veamos con qué nos quedamos si optamos por la capacidad de encanto y de fascinación sobre los posibles votantes, que es, en definitiva, el glamour que podría haber heredado de un padre tan poco “glamoroso” en el sentido de la farándula actual y es también el más auténtico del término importado.
Según esta interpretación, habríamos conseguido un candidato capaz de hechizarnos y de mostrarnos la realidad de forma diferente. Lo que no podía hacer Piñera con el pueblo chileno pero sí habrían sabido hacer los herreristas en alguna etapa. Al fin y al cabo, recordemos el origen político de Mujica y su desgajamiento del tronco del viejo Herrera.
Pensemos en el “glamour” del compañero de Seregni en la primera fórmula presidencial del Frente: el Dr. Crottoggini, candidato a la vicepresidencia en 1971. Un partero, maestro de médicos que agregaba su sabia y paciente bonhomía al militar de militar bigote. Nada más alejado que la de aquella dupla de imágenes o figuras no tocadas por el llamado glamour. Sin embargo, qué capacidad de atracción, de encanto y de convencimiento demostraron. Quiere decir que lo tenían; porque lograron “encantarnos”. Pero, cuánto de aquél glamour nacía de las capacidades de aquellos candidatos para analizar la realidad y para proponer caminos. Y qué poco de sus apariencias personales.
“Cuando ya no importe” es el título de una de las últimas novelas de Juan Carlos Onetti. Cuando ya no importe más que el presente y se le llame `pensamiento positivo´ a todos los olvidos del pasado reciente, los variados contenidos del término glamour habrán alcanzado una única significación: la de seducir por la apariencia.
Por suerte –o por tosudez- no creemos que el hijo de Raúl Sendic posea únicamente ese glamour que podemos constatar en los hijos de otras familias que han conformado la historia de este país.