Ejemplos y lecciones para no olvidar
La reapertura del Teatro “Artigas” da motivos para exaltar no solamente ese hecho, que por cierto mucho significa para nuestra sociedad que se prohibió de esa sala desde agosto del año pasado, sino porque la infeliz circunstancia del temporal de entonces que destrozó parte del edificio, sirve para demostrar el verdadero papel que cumple este coliseo cultural en nuestro departamento.
El Teatro “Artigas” es uno de los más ricos patrimonios que tenemos los porongueros, construido a principios del Siglo XX es una de las expresiones locales más genuinas, porque nació con la idea y el impulso de los vecinos de este terruño, quienes con su esfuerzo también financiaron la monumental obra. Es otro de los ejemplos que nos legaron aquellas generaciones, en una época que Flores registra como de las más brillantes en cuanto a desarrollo social y cultural. Pero sobre todo el ejemplo de empuje, quizá sin medir la trascendencia que el mismo tendría a lo largo de los años.
La historia habla por sí misma. En el seno del “Centro Democrático” –institución pionera de la iniciativa- la idea de construir un teatro la expresó por primera vez en una asamblea de socios, el entonces Presidente de la Comisión Directiva, Juan A. Bula, el 14 de julio de 1911 y fue aprobada.
El financiamiento llevó prácticamente a hipotecar la sede social y a una sacrificada lucha por colocar acciones de $ 500 que luego se redujeron a $ 250 y se vendieron en Trinidad y en Montevideo.
La propuesta que se llevó adelante fue la efectuada por Sebastián Martorell a un costo de $ 19.000, pagaderos en 6 cuotas. Ya en 1912 se decidió que el nombre del futuro coliseo sería “Teatro Artigas”.
Esos detalles certifican lo expresado; la gran decisión de esa gente que, si bien eran otras épocas como algunos dirán, no tuvo temores de afrontar un proyecto de gran magnitud.
Involucramos a la generación de ese tiempo porque de allí nacieron otros emprendimientos colectivos de gran importancia, que dieron razón a un desarrollo promovido desde la propia sociedad.
Los tiempos han cambiado, eso es más que notorio y es muy difícil encontrar hoy movimientos sociales que apunten a un objetivo de la naturaleza del Teatro “Artigas”, pero lo que debemos valorar en esta época contemporánea es la decisión adoptada por el gobierno departamental. En 1983, siendo el Cnel. Mario Ramos Intendente interventor, logró adquirir esa sala a punto de caer en manos privadas para otro destino, y así mantener en poder del pueblo este patrimonio que es uno de nuestros más ponderados orgullos.
No podemos menos que recordar que también el Cine “Plaza” –casualmente también sometido a reparaciones por el mismo motivo- es otro de los ejemplos que tenemos para exhibir, no solo en cuanto a su gestación, construcción y desarrollo de parte de la sociedad, sino por la resolución que el gobierno departamental adoptó, siendo Carlos Mazzulo el Intendente, para también asegurar que ese otro patrimonio cultural quedara en poder de la comunidad trinitaria.
La reapertura del “Plaza” será pronto otro motivo para potenciar nuestro orgullo.