Nuevas perspectivas para muchas familias

En ediciones pasadas difundíamos, a propósito de los anuncios efectuados por el Dr. Castaingdebat a los medios en días previos a su renuncia al cargo de Intendente, sobre una licitación para la compra de terrenos en un valor cercano al millón de dólares.
Se informaba entonces que la idea es llegar, a través de este mecanismo, a contemplar la demanda inicial que hay por parte de las Cooperativas de Vivienda, que vienen trabajando –algunas desde hace mucho tiempo- con el fin de alcanzar la aspiración del techo propio.
Conjuntamente con este paso se plantea la modificación del decreto respectivo, con relación a las potestades y alcances de la Comisión de Cartera de Tierras de la Junta Departamental, dándole a los participantes –incluidas las Cooperativas- más  injerencia, poder de decisión y participación para la búsqueda de soluciones a este tipo de temas que impactan fuertemente en la sociedad.
Se anunció que el proyecto consiste en la creación de un fondo rotatorio, pero a su vez está planteada la posibilidad de subsidiar parte de los costos si el caso lo amerita.
Hace mucho tiempo que estamos insistiendo en la necesidad de encarar políticas muy firmes para solucionar el problema de la vivienda a muchas familias de nuestro departamento. Siempre recordamos aquella reunión que se realizara en la sede del legislativo donde casi 300 familias se hicieron presentes para reclamar una solución habitacional.
Es claro que el tema de la vivienda es un asunto de políticas nacionales, porque en definitiva los recursos provienen de instituciones financieras del Estado, y en ese sentido no escapan las responsabilidades del Poder Ejecutivo en cuanto al desarrollo de planes ágiles que posibiliten -a las parejas jóvenes fundamentalmente- el acceso a una vivienda decorosa.
Pero en lo que respecta a la Cartera de Tierras el protagonismo es departamental, y en este sentido las responsabilidades recaen no solo en la Intendencia, sino en las fuerzas políticas representadas en el legislativo.
Nos consta que ha habido esfuerzos y buena voluntad política para poner en marcha mecanismos para transitar por el mejor camino, en la búsqueda de soluciones, pero el engranaje ha andado muy lento y, como dice el refrán popular “la espera desespera” a las familias que demandan viviendas.
Ahora parece encontrarse una nueva vía para transitar, seguramente más rápida, capaz de despejar una burocracia desde siempre enquistada en el Estado.
La disponibilidad de recursos –casi un millón de dólares- es un dato concreto que contribuirá sin dudas a alentar esperanzas de solución.
Seguimos convencidos que el sistema cooperativo de vivienda por ayuda mutua es el más apto, un sistema que posibilita a las familias trabajando unidas alcanzar la meta de la casa propia. Eso significa fortalecer una convivencia, potenciar una comunidad, lo que implica asegurar progreso a un barrio con las distintas mejoras propiciadas por los propios vecinos.