Artigas: A 250 años de su nacimiento
Casa de Todos
Frente Amplio
El pasado 25 de agosto, en Plaza Constitución, presenciamos un discurso conmemorativo, en el que Artigas fue el gran ausente.
Se afirmó que el país comenzó con la Cruzada Libertadora, culminando el proceso en 1828, ensalzando sobremanera la figura de Lavalleja. Este patriota fue lugarteniente de Artigas, como Rivera, Gregorio Aguiar, Blas Basualdo, Andresito, Andrés Latorre, Viera, Benavídez y tantos otros. Muchos le fueron fieles y lo acompañaron hasta el final. Otros lo traicionaron.
Lavalleja, una vez liberado por los portugueses, reside en Santa Fe primero y en Buenos Aires después. Allí se relaciona con Trápani, un oriental radicado en Buenos Aires desde 1812, saladerista y muy vinculado a Lord Ponsonby, quien influyó mucho en la orientación de Lavalleja. Desde allí la injerencia británica en todo el proceso que culmina en 1828.
Rivera, al servicio de Portugal, se incorpora a la campaña bélica en 1825. Estas circunstancias de vida, coordinarán los dos bandos que se disputaran el poder político hasta el Siglo XXI.
En la sangrienta Guerra Grande, protagonizaron alianzas con los argentinos unos y con los brasileños y europeos los otros.
La enemistad de Lavalleja con Rivera y de éste con Oribe, pautó las luchas civiles de todo el Siglo XIX. El informe palomeque, en el que se basó José Pedro Varela como diagnóstico para implementar la reforma educativa, nos muestra un país devastado por las sucesivas guerras civiles.
Blancos y colorados dividieron al país, que empobreció y dejaron dolor y miseria, sobre todo para los habitantes de la campaña.
Artigas cumplió otra misión: la de unir, formar conciencia y brindar herramientas para el trabajo productivo. No es necesario ahondar en su pensamiento. Basta recordar las Instrucciones del Año XIII que son ejemplo de ciudadanía, marcando claramente sus ideales democráticos-republicanos. Es una obra maestra de visión política para la época.
Los Reglamentos de Tierra y el de Puertos son ejemplos claros de avanzada en un pensamiento muy preocupado por los aspectos sociales, económicos y culturales de los pueblos de las Provincias Unidas.
Se pueden contar con los dedos de una manos los libertadores americanos que se elevaron sobre el nivel de lo militar y dejaron lineamientos políticos y socio-económicos que tienen vigencia hasta hoy.
Artigas nos unió como nación. El Éxodo y el Campamento de Purificación son clarísimos ejemplos. Charrúas y guaraníes de muy distintas culturas y enemigos, lucharon juntos bajo la tricolor federal. Hacendados y gauchos sueltos, negros, mestizos, mulatos y sambos, aceptaron su liderazgo. Nunca más, a lo largo de todo el Siglo XIX, se dio ese sentimiento de pertenencia a una nación y a una causa.
Había niños y adolescentes en la Plaza Constitución el 25 de Agosto. Ellos deben saber que la noción de pueblo unido, en un territorio y un enemigo común muy definido, surgió en 1811. Fue como ninguna la “admirable alarma” que comenzó con el sacudón para sacarse de encima el yugo español y culminó en 1816 con todo un programa de promoción de los pueblos.
Hubo muchos que no lo entendieron. Sus ideas no solo no progresaron en la década siguiente, sino que fueron ignoradas y por la vía de los hechos, derogadas por los caudillos.
La Constitución de 1830 es fiel al pensamiento oligárquico de la época. Se excluyen de la ciudadanía los negros, las mujeres, los analfabetos, los sirvientes a sueldo, peones jornaleros y soldados de línea. Solo el 10% de la población obtuvo la ciudadanía. Los demás no podían votar ni decidir, pero fueron carne de cañón para unos y otros.
Esta Constitución rigió hasta 1917. Todos los doctores y caudillos, blancos y colorados, apoyaron las exclusiones y no lucharon por cambiarlas. Sus intereses eran mucho más cercanos: solo el poder político.
La figura de Artigas queda infinitamente por encima de sus lugartenientes. En el año de su cumpleaños 250, es lo más destacable de nuestra Historia.