Otras formas de evaluar
Mirtana López
Columnista
Títulos de El Observador del martes 09/09/14: “Más de la mitad de los estudiantes de sexto de Liceo repitieron en 2013”. “Liceo 13, el peor de todos: mejoró pero sigue siendo en el que más repiten”. “El liceo de Maroñas bajó el número de no promovidos en dos puntos porcentuales en 2013. En tanto, el liceo 7 de Pocitos volvió a consagrarse con los mejores resultados”. ¿Esta forma de titular, no es estigmatizar?
Comentarios actuales sobre tres recuerdos. Dos compañeros de Liceo Uno: el repetidor de Primero. Dos: el egresado de 6º en diciembre. ¿Qué fue de sus vidas? Si bien ambos culminaron su carrera universitaria, aquel tímido repetidor de primero la practicó con brillantez, con entrega, con solidaridad, con humanismo, junto a su familia. Aquel que alcanzó el Bachillerato en diciembre, sin necesitar todos los períodos, colgó el título, no formó familia y se transformó en especulador financiero. Tres: Liceo Nº 13. Para quienes tenemos hermosos recuerdos del Liceo Nª 13- la Práctica docente de 4º año -, el título transcripto es ofensivo. Parece alegrarse del resultado. Imagino qué sentirán quienes en él hicieron o hacen sus cursos, cuando leen: “Liceo Nº 13: el peor” Imagino lo que podría sentir Hugo Cores, profesor del Nocturno. O Víctor Cayota, integrante de Tribunales o José Pedro Díaz, que me supervisó la Práctica con orgullo y deslumbramiento por el ambiente pedagógico de `aquel´ liceo.
Otras medidas ¿Únicamente la “evaluación numérica” año a año da cuenta de la realidad? Quizá no sería nada malo realizar una encuesta a la que podríamos llamar vertical o transversal. ¿En qué consistiría? En pesquisar repetición o egreso del Bachillerato en los seis años exactos de sucesivas generaciones y la continuidad de esas vidas. Como no estoy en condiciones de realizar ese trabajo, pido a los lectores que intenten contestar cada uno para sí mismo estas preguntas: ¿Cuántos compañeros de Cuarto de Liceo lo fueron también en Bachillerato? De los compañeros de Bachillerato, cuántos lo culminaron o egresaron en los dos años? ¿Cuántos debieron recursar todas o algunas materias -repetir utilizando tres años o más – en total? ¿Qué relación tuvo la forma de cursar Bachillerato con la posterior carrera? ¿Se mantuvo absolutamente la misma forma de rendir? A estas preguntas podríamos agregar la que sigue, que no parece muy científica: ¿Siempre el egresado en tiempo exacto de una facultad fue el ciudadano más activo y beneficioso para la sociedad? ¿Qué proporción de universitarios que abandonaron antes del título supieron aprovechar la formación y la cultura alcanzada? Los resultados de estas respuestas seguramente no serán computables, ni siquiera encasillables. Pero, seguramente serán fermentales.
De la vida a la teoría. Por oposición al ensañamiento de los títulos que parece el del destape porque tiene algo de las formas evaluatorias practicadas en el programa de Tinelli, leemos una entrevista* realizada por la periodista Carolina Porley al Maestro Miguel Soler. Sentimos al docente desde que da la primera respuesta y la termina así: “Tenemos que asegurar una respuesta educativa global dentro de una visión que no puede ser de lo inmediato, sino que tiene que tener una referencia a algo desconocido pero deseable que es el largo plazo”.
En este diálogo, Soler habla desde la experiencia y desde sus propios recuerdos como aprendiz. Por ejemplo de Matemática y de su Profesor al que todavía recuerda y quien le influyó “más en lo que él no estaba llamado a hacer pero hizo”. Cuando a Soler se le pregunta sobre lo que habría que hacer para comenzar a mejorar, contesta: “Lo que no haría es decir vamos a unificar la educación que llamaríamos básica y que cubriría las edades que van de 4 a 14 años. Esta es una propuesta que está circulando”. Nos aclara que semejante `solución´ significaría remover la institucionalidad del sistema educativo al poner juntos Inicial, Primaria y Ciclo Básico. Experiencia que ha sido probada en algunos países y abandonada, “en ese movimiento pendular” que experimenta siempre la educación.
¿Tienen algo que ver estos titulares de El Observador con estas –y muchas otras porque la entrevista es riquísima- reflexiones del Maestro Soler? A nuestro entender, mucho. Porque los titulares o las respuestas de Graciela Bianchi son propuestas para el escándalo, no para el pensamiento o el análisis. Incentivan la falta de paciencia, exageran los resultados negativos y transforman todo lo evaluado en una tragedia. En tanto, cuando Soler acude al texto de Julio Castro para recordar los obstáculos con los que choca el niño cuando pasa de Primaria a Secundaria y que son de una potente actualidad, está demostrando que nada en Educación es repentista. Que “la confrontación tan frecuente entre los trabajadores de la educación y los dirigentes políticos lleva siempre a la imposibilidad de avanzar; al fracaso”.
Hoy, miércoles, leemos en “Primera hora”: “San José registró un 34% de repetición en alumnos de Ciclo Básico el año pasado”. En el artículo se muestran los datos año a año del Ciclo Básico y se considera que “para San José los números parecen estar ligeramente peor que lo que se observa a nivel nacional”.
Transcribimos ahora un cuadro publicado por el Maestro Julio Castro en 1949 sobre resultados en Primer año de Liceo. Es bueno aclarar a los lectores que en el cuadro, la categoría “A examen” es transitoria. Muchos perdían y con él, el año. Acrecentaban la nómina de repetidores aunque no habían sido terriblemente “Eliminados”.
Años Promovidos A examen Eliminados
1940 21.25 % 39.34% 32.86%
1941 26.34% 32.35% 41.29%
1942 27.94% 34.00% 38.02%
1943 32.13% 33.27% 34.21%
1944 35.39% 35.02% 36.07%
1945 34.73% 33.32% 32.85%
1946 35.26% 32.20% 32.72%
1947 37.70% 32.75% 31.61%
Promedios 31.09% 34.04% 34.95%
*“La partidización de la educación empobrece el análisis.” Brecha 05/09/14