Un giro a la izquierda
David Rabinovich
Columnista
Mañana de miércoles, lluvia y en muchos hogares uruguayos, medio día de ñoquis. Después de los resultados de las elecciones seguimos pensando en qué futuro nos aguarda. Mejor dicho, cuál seremos capaces de construir. Porque no está allí, simplemente esperando, será el que sepamos conquistar. Más que nunca, se hace necesario pensar en cómo hacer posible lo que hoy parece imposible. A eso llamo giro a la izquierda.
Los grandes medios, que constituyen el núcleo dominante del sistema de comunicaciones, contratan empresas consultoras que se dedican a medir el estado de la ‘opinión pública’. Una vez más quedó demostrado que todo ese llamado cuarto poder, que no es un poder de cuarta, hizo campaña política, como siempre, a favor de sus intereses de clase y en contra de la izquierda. Perdieron algunas batallas, pero no todas. El último domingo de noviembre se define si habrá mayoría del FA en el Senado y si Tabaré Vázquez ocupará el sillón presidencial. Hay mucho en juego y se puede esperar que pase cualquier cosa en estos días.
Según Uypress, “El Papa Francisco (que) participó del Encuentro Mundial de Movimientos Populares abogó este martes por “tierra, techo y trabajo” para todos los ciudadanos y consideró “extraño” que si habla de estos temas, algunos sectores lo consideren “comunista”. Esos sectores tienen una importante representación en Uruguay y mucho poder, como en todas partes.
Cuando el Dr. Pedro Bordaberry le dice a un miembro del equipo de Lacalle: “Vine para que hagan mierda a Tabaré Vázquez”, se manifiesta como verdaderamente es. Las aclaraciones y disculpan sobran.
El diputado Álvaro Delgado, hombre muy cercano al Dr. Luis Lacalle Pou, dijo a El Espectador que en el balotaje la ciudadanía deberá elegir entre tener “un Gobierno de partido y uno de diálogo” y que la estrategia será hablarle a “las mayorías sociales y no solo a las políticas”.
La ciudadanía puede elegir entre un gobierno con sensibilidad social, más moderado y eficiente que la derecha vernácula en términos de administración pública o un país ingobernable, sumido en la inestabilidad y la inseguridad. Con un presidente al que votó el 31% de la ciudadanía en lugar de otro que fue apoyado por el 48%. Como concepto democrático no parece muy sustentable. En el muy improbable caso que Lacalle ganara el balotaje, la izquierda no tendría mayoría parlamentaria si -y sólo si- el Partido Independiente se pasara con armas y bagajes a la derecha. Porque si se mantiene en la tesis que lo identifica con ‘otra’ izquierda, habrían 16 votos (mayoría) opositora en el Senado.
En diputados el FA ya tiene 50 y por lo tanto, mayoría. Tendríamos un ejecutivo empecinado en frenar el progreso de amplias capas de la población y una oposición comprometida con su concepción progresista. Ese panorama garantiza la radicalización de las confrontaciones. No tengo dudas.
El diputado de la lista 404 del Partido Nacional, Álvaro Delgado, dijo a El País que la “única y última oportunidad de que el FA no tenga mayoría es que gane Lacalle”. Clarito. Aunque como explicamos antes, eso no es tan así.
Según el director de la encuestadora Luis Eduardo González “la única forma de peleársela a Vázquez es con un menú diferente” y para esto el nacionalista Luis Lacalle Pou debería insistir en que con él no habría mayorías parlamentarias. (El País). ¿Analista o consejero político?. Dime quién te paga y te diré quién eres.
“En octubre de 2009 el Frente Amplio ya tenía la mayoría parlamentaria en las dos cámaras y ahora no la tiene, eso es importante para nosotros y seguramente lo reafirmemos en la conferencia del jueves”, dijo una ‘fuente consultada’ por El País. Van preparando el terreno, consultores y medios. Después están los grandes intereses que aspiran a una tajada cada vez mayor de esa torta que crece. Además, en las sombras, se mueven los que manejan negocios ilícitos o inmorales, los que evaden impuestos y los que obtienen privilegios. El mundo del capital contra el mundo del trabajo.
Qué campaña estarán preparando los asesores y financistas internacionales que inciden en las elecciones regionales, buscan con desesperación frenar los avances de una izquierda que se sabe débil, que no pocas veces peca de exceso de prudencia, comprometida con la inversión extranjera para continuar impulsando el crecimiento económico y con los pueblos para repartir mejor.
Hay que dar, con inteligencia y prudencia, “un giro a la izquierda”, porque de lo contrario la fuerza de la corriente nos hará derivar hacia la derecha. No quiero mirarme en el espejo de la socialdemocracia europea.
El 20 de junio de 2012 El Telégrafo de Ecuador titulaba: “USAID admite que financia a la oposición en países de la ALBA” y en el cuerpo de la nota se informa “Los Estados Unidos reiteraron ayer su disposición para financiar a grupos opositores en algunos países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), un mecanismo de integración política, económica y social creado en 2004”. “Según Mark Feierstein, administrador adjunto para América Latina y el Caribe de la Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), Washington prioriza el apoyo a las fuerzas opositoras que “están luchando por los derechos humanos y la democracia” en esas naciones…”. (…).
“Feierstein confirmó que la Casa Blanca mantiene una estrecha relación y entrega fondos a sectores antigubernamentales radicados en Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua (países integrantes de la ALBA), sin precisar cifras”. Pero lo cierto es que la USAID, que usa diversas fachadas (ONGs pretendidamente independientes), opera en toda la región. Uruguay incluido.
Cuando los caminos electorales, con reformas hechas a medida incluidas, no son suficiente freno para que la izquierda avance, se acude a campañas de desestabilización que incluyen falsas denuncias, sobredimensión de los problemas existentes y cualquier forma de descrédito que puedan usar contra dirigentes progresistas. Si son de orientación anticapitalista, la saña aumenta en proporción al peligro que se cree representan.
El balotaje no es un mero trámite, es una batalla muy importante. Pero sólo una batalla más…