Increíble, impensable, pero cierto
LOS ECOS DE HOY
Mario Delgado Gerez
Redacción/Montevideo
Las noticas terrenales, a veces no dejan apreciar las grandes conquistas espaciales, que día a día se suceden y que en más de ocasiones, no nos enteramos.
Pero lo sucedido hace 48 atrás, no dejan de sorprendernos, porque es algo increíble e impensable, pero cierto.
Creo que es uno de los mayores acontecimientos del año, sin lugar a dudas. A poco que nos pongamos a pensar, debemos coincidir en esto.
Seguramente, muchos ni se han enterado que el hombre por vez primera en la historia de la humanidad, logró colocar un robot en la superficie de un cometa.
En efecto, la sonda espacial Rosetta, bajo a la superficie del cometa identificado como 76P- Churyumov – Gerasimenko, un vehículo robótico Philae, de la Agencia Espacial Europea.
Resulta increíble que para llegar a este cometa, haya navegado por el espacio diez años, viajando 6.400 millones de kilómetros, y se pudiera lograr hacerlo aterrizar desde Tierra, lo que está indicando, que eso se hizo posible por una suma de elementos, que van desde la más alta tecnología hasta la capacidad humana
Philae tiene como misión tomar fotos en primer plano de la superficie del cometa, analizar sus gases y su estructura interna. Pero además documentó las transformaciones, que se suceden en el Sol, algo que nunca se había intentado hasta ahora.
Pero hay otros datos más que interesantes, en su camino al cometa 76P, describió varias órbitas elípticas y utilizó la gravedad terrestre y marciana como una suerte de acelerador, que la llevó más allá del cinturón de asteroides ubicado entre Marte y Júpiter y hacia el espacio profundo, a más de cinco veces la distancia que existe entre la Tierra y el Sol.
Los cometas son los objetos más primitivos del Sistema Solar.
Los astrónomos piensan que son una «caja negra» con los registros de los procesos físicos y químicos que ocurrieron durante esas épocas primigenias, hace 4.600 millones de años, cuando se estaban formando los planetas.
Formados a grandes distancias del Sol, son «icebergs espaciales» hechos de materiales que fueron preservados a bajísimas temperaturas desde su formación, y que sólo cuando se acercan a nuestra estrella doméstica comienzan a evaporarse, y dan lugar a las estelas que los caracterizan.
Se sospecha desde hace mucho tiempo que los ladrillos de la vida -moléculas orgánicas y compuestos ricos en carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno- podrían haber llegado a la Tierra a bordo de estos mensajeros celestiales. La misión Rosetta ayudará a confirmar esa hipótesis.
Una misión que debe enorgullecer al ser humano, que habría dejado perplejo hasta el mismísimo Julio Verne, pero que la realidad muestra que muchas veces las grandes cosas, están allá arriba, y no en la superficie terrestre.