¿En el Interior, somos o no somos el país al oriente del Río Uruguay?
William Quinteros
Redacción
No es una pregunta retórica, es la constatación de una realidad ya antigua, que no solamente duele, como lo ha hecho por años, sino que se viene trasformando en motivo de rebelión.
Vecino, vecina, ¿sabe usted que en el Interior hay una carencia de pediatras que ya linda con lo criminal, que las ciudades tienen que compartir los anestesistas, razón por la cual las operaciones se llevan a cabo cuando hay uno disponible?
Esto para hablar solamente de la salud, podemos seguir con lo que tiene que ver con las comunicaciones viales, ¿sabe usted cuánto demora y las maniobras que tiene que hacer para ir desde Salto a Mercedes en trasporte colectivo?
Eso por no mencionar pueblos que solo están unidos por trochas solo transitables con buen tiempo, pues las más insignificantes lluvias lo dejan inusables.
Pero estas carencias no serían tan irritantes si no fuera, como es el Interior, el que produce la riqueza y hoy la abundancia de que dispone la nación.
Las elecciones últimas vinieron a confirmar el cambio del paradigma político del país. Cambio que se viene gestando desde hace ya muchos años, primero con el “chicotasismo”, hasta desembocar en la dictadura cívico-militar (hija de la misma ideología) que dejó al descubierto la connivencia de la oligarquía con el imperio en contra de los intereses nacionales. Pocos esperaban que las poblaciones del Interior y especialmente el “Interior profundo” se levantaran para apoyar la gestión del Frente Amplio.
No vamos a dejar de lado sin reconocer la importancia del “factor Mujica”, pero hay que reconocer también que ya “las divisas que el tiempo cambió de color” no tiene respuestas en este país nuevo que desea emerger. Es porque deseamos verlo emerger que reaccionamos contra el centralismo montevideano que a nadie le hace bien.
Aquí tenemos que “separar los mellizos”, a Montevideo como ciudad todos la queremos, pero eso no significa que justifiquemos la macrocefalia demográfica del país, nacida de la conjunción del puerto con la sede del gobierno nacional. Ya José Artigas lo había previsto cuando afirmó que nunca el gobierno puede estar en el puerto, por eso el Hervidero.
La descentralización es condición primera e indispensable para que el país emerja y desarrolle al máximo su capacidad productiva. Esta descentralización tiene que ir acompañada de un gran cambio en la infraestructura. Si usted vecina, vecino, ha transitado últimamente por las rutas nacionales comprenderá lo que digo: los camiones enormes cargados de troncos, otros igualmente grandes con ganado, además de todo el tránsito pesado internacional desde Paraguay, Brasil, Argentina. Hoy el transporte de la producción agropecuaria tiene costos enormes. A ello tenemos que agregar el absurdo que aquí en Salto (donde ahora vivo) los tomates, los morrones y la fruta viaje primero a Montevideo para que después regrese a los comercios salteños con un precio “inflado” por ese trasiego demencial.
No podemos, a riesgo de ser injustos, desconocer que algunos intentos se han hecho para cambiar esta realidad, pero tan tímidos, tan sin vigor y convencimiento que poco y nada se han hecho notar. Hoy tenemos la posibilidad de emprender esta tarea de largo plazo que es la construcción de la nación al oriente del Río Uruguay, es por eso que sería bueno empezar por agregar al Poder Ejecutivo un nuevo ministerio, que se ocupe de poner en marcha este proyecto de nación descentralizada, que dinamice las fuerzas productivas, que ponga en marcha la conjunción puerto de aguas profundas – nuevo trazado ferroviario, y elabore una política demográfica tendiente a fomentar el reasentamiento humano en todo el territorio.
Cuando sostengo que esto hoy es posible, lo hago basado en la constatación de que disponemos de una tecnología en materia de comunicaciones que hace que nadie quede marginado, que existe en el mundo un mercado ávido de nuestros productos (alimentos) y que nuestra situación geográfica nos hace lugar de tránsito para la región. Disponemos de una red fluvial que nos permitiría a muy bajo costo poner nuestros productos de exportación en el puerto con un máximo de efectividad. El trigo, por ejemplo, del litoral, por el Río Uruguay, El Río Negro con la zona de los lagos. Una barcaza fluvial aliviaría en 27 trailler el tránsito carretero.
Para finalizar, me gustaría saber ¿cuántos en Uruguay conocen, no digamos los 19 departamentos, pero digamos diez de ellos? No olvidemos que dentro del territorio nacional nada está más lejos de los 680 quilómetros.
En el mundo de hoy podríamos decir que todos somos vecinos.