“Fiesta en los charcos, cuando para la lluvia…”
ESTAMPAS DE MI CIUDAD
Lic. Hugo Varela Brown
Redacción
Hace pocos días se ha llevado a cabo un festival recordatorio a uno de los cantautores más destacados de nuestra música popular, como ha sido y lo sigue siendo JOSÉ CARBAJAL, “El Sabalero”. En dicho encuentro se hicieron presentes caracterizados representantes de nuestra cultura nacional.
Es nuestra humilde intención en este espacio, elevar nuestro homenaje a este caracterizado artista que ha dejado su impronta en todo el Uruguay.
Junto a ello esbozamos aquellas etapas pasadas de nuestra lejana niñez en los barrios porongueros que nos dejaban alegres reuniones barriales, tal como expresa “El Sabalero”.
Eran los años en que no existía el stress, en que todo era alegría y diversión, donde los baldíos albergaban barras de diversión sana y sencilla que “con cinco medias hacían su pelota” en reñidos enfrentamientos que eran finalizados por las madres que llamaban a sus hijos a hacer los deberes, ya cuando el sol se escondía detrás de los árboles del popular barrio Artigas, allá donde los tanques de la OSE procesaban los residuos, con la familia de Pablo González como responsables, donde jugábamos con el Jorge (golero del club Cerro).
Era allí donde las cunetas de los barrios trinitarios se llenaban de agua luego de algunos chaparrones veraniegos, y los gurises hacían su fiesta en los charcos, a veces sin esperar que la lluvia cesara y bajo la indisimulada preocupación de los padres. Botecitos de astrasa y de papel de diarios… hacían volar la imaginación de viajar en grandes barcos por el mar que muchos gurises nunca llegaron a ver.
La magia de la imaginación infantil hacía represas fabricadas con barro y arena, puentes de ramas y bloqueos prefabricados para la mayor producción de agua, a efectos de que esos botecitos pudieran crear fantasías en el agua de lluvia.
A veces se invadían las cunetas de los vecinos, algunos de los cuales no veían con mucha simpatía esa diversión, sobre todo cuando se hacía a la hora de la siesta. “No se entiende que quieren los vecinos… las calles eran libres”, pero doña Rosa con un hermosísimo jardín al frente, que se extendía vereda inclusive, como don Pedro Morán con sus hermosas tomateras y dalias que sobresalían por metros hacia afuera, no veían con buenos ojos la “montonera” de gurises que se agrupaban en torno a los charcos, así como lo hacían en torno a las cometas, al juego de la troya, o a los matreros.
Fiesta en los charcos cuando para la lluvia… un hecho sencillo, infantil, popular, de barrios humildes, de gurises con pantalones de un solo tirador… ya quedan muy pocos, algunos han desaparecido, aunque aún se dejan ver en las periferias de mi pueblo que poseen charcos y cunetas al aire libre… y el espíritu de la infancia dentro de ellas, tal vez podríamos pensar que las tablets, los celulares, los juegos electrónicos, la comunicación por internet, puedan haberlos sustituido, nosotros pensamos que no, ni hablar de la gurisada de la familia rural que baten y golpean en los charcos, descalzos, con el barro a media pierna. Gurises de pocos años manteniendo vivencias que de a poco la “modernidad” quiere hacerlos desaparecer.
Las negras nubes presagian una cruda tormenta, la previsión meteorológica en aquellas épocas era muy rudimentaria, el instinto maternal “guarecía” a sus gurises en base a tortas fritas y dibujos en hojas de papel de envolver y lápices de los baratos que daban en la escuela, junto al cuaderno gris con la imagen de José Pedro Varela. La expectativa estaba generada, no bien parara la lluvia, la barra salía a las cunetas, a los pozos de las calles de balasto o tierra, la flota de barcos de papel estaba pronta.
“Sentados al cordón de la vereda…”, los gurises de mi pueblo abrían sus ilusiones de alegría y diversión barata y sencilla… hacían sus teléfonos celulares con dos latitas de royal de las chicas y un piolín de cometa unidos entre ambos… que comprobadamente funcionaba.
La fiesta en los charcos ponía en práctica algo que muchos no entendían bien que era… la igualdad de oportunidades para lanzar al agua los barquitos de papel… que luego la vida futura en una sociedad absorbente y consumista iría haciendo lentamente desaparecer.