20 años de marchas
TRIBUNA ABIERTA
Opción Frenteamplista
Listas 77 y 971
Mañana se realiza una nueva Marcha del Silencio, en recuerdo de los detenidos-desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar.
La fecha del 20 de Mayo rememora el asesinato de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz en Buenos Aires en 1976 a manos de los dictadores del Río de la Plata. Junto a ellos fueron también ultimados Rosario Barredo y William Whitelaw.
Nuestro país tiene el espantoso récord de haber detenido el mayor porcentaje de personas en relación a su población. Muchísimos fueron presos a los cuarteles, torturados, muertos y desaparecidos. También se secuestraron niños, se robaron sus identidades y aún permanecen lejos de sus familias. Son todos delitos de lesa humanidad, como los cometidos por tantas otras dictaduras a lo largo de la historia y a lo ancho del mundo.
En 2009 la Suprema Corte de Justicia sancionó la inconstitucionalidad de la Ley de Caducidad, que ampara a los asesinos violadores y secuestradores. También ladrones, como hace poco se probó en Buenos Aires.
En 2013 la misma Suprema Corte de Justicia, con otra integración, rechaza la clasificación de delitos de lesa humanidad y vuelve a ampararlos.
Este 20 de mayo, otra vez el silencio, los retratos de los jóvenes de entonces que hoy no sabemos dónde están. Las pocas madres que aún viven, los hermanos, los amigos y todos los uruguayos con sensibilidad haremos que la memoria continúe viva.
No pedimos venganza, no sentimos rencor. Desde el silencio clamamos por justicia.
Esos retratos de jóvenes estudiantes, obreros, luchadores sociales, sindicalistas, hijos del pueblo, todos, reclaman por los derechos de saber qué pasó con ellos. Muchos de los familiares y derechos de los muertos. También derechos de todos los uruguayos porque sin esa mínima solidaridad entre los componentes de una misma nación, la disolución y la disgregación social no son extraños.
La impunidad es una gran vergüenza. Que el Estado, que nos representa a todos, no pueda buscar y castigar a los culpables de tamaños delitos, es una vergüenza. Que quienes saben lo que pasó no lo digan y se sientan amparados por leyes aprobadas bajo el temor que ellos mismos provocaron, es una vergüenza.
También nos da vergüenza la actuación de la Suprema Corte de Justicia que actúa según los vaivenes políticos. La Suprema Corte de Justicia es el garante de todo el sistema jurídico. Es la máxima representación de uno de los tres poderes del Estado. Debe ser la encarnación del ideal de justicia que todo ser humano anhela.
El silencio de mañana también será para golpear las paredes del Palacio donde ejercen sus Ministros. Ruibal Pino aseguró que aquellos Jueces que insistan en aplicar el criterio de lesa humanidad y de reclamar la aplicación de los convenios y tratados internacionales, se “estrellarán contra una muralla”.
La Suprema Corte, integrada por hombres, también está sujeta a las debilidades de los hombres, solo que esos Ministros no pueden darse ese lujo. Su tarea debe estar bien lejos de la defensa de los intereses de un sector.
Hemos tenido Presidentes que “cajonearon” expedientes y hablaron de no “tener ojos en la nuca”. Aquellos Presidentes y estos Ministros quieren borrar varias hojas del libro de nuestra historia. Sus razones tendrán. Por cierto, no son las nuestras. Nosotros les decimos que tenemos ojos en la nuca, en las piernas que nos hacen marchar, en los brazos que nos permiten el abrazo a los compañeros y en los dedos que señalan a los delincuentes.
20 años de reclamo silencioso y decidido. 20 años de recuerdo para lo mejor de aquellos luchadores.
La lucha antiguerrillera había terminado cuando cayeron presos. Su único delito fue luchar contra la dictadura, por tanto, por la Libertad y la Democracia.
Quienes intentan negar esta parte de nuestra historia, nos recuerdan a los que niegan el genocidio armenio o los campos nazis. Acá y allá, todo existió y nos duele por ser seres humanos. Imposible tapar el sol con un dedo. Imposible la impunidad ominosa.
Nada mejor que las palabras de Mario Benedetti para el recuerdo de nuestros jóvenes mártires:
Están en algún sitio
Concertados, desconcertados
Sordos buscándose
Buscándonos bloqueados
por los signos y las dudas
contemplando las verjas de las plazas
los timbres de las puertas
las viejas azoteas
ordenando sus sueños sus olvidos
quizá convalecientes de su muerte privada.
Nadie les ha explicado con certeza
si ya se fueron o si no
si son pancartas o temblores
sobrevivientes o responsos
ven pasar árboles y pájaros
e ignoran a qué sombra pertenecen.
Cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro y sin motivo.
Vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás
ese andamiaje
de abrazos cielo y humo
cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían.
Están en algún sitio
nube o tumba
están en algún sitio
estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando preguntando
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio.