20 años de ECOS REGIONALES
Por
David Rabinovich
“Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma”. (1)
El poema describe la existencia con palabras sencillas, un discurrir vinculado a los versos más entrañables, íntimos, tan cercanos a la vida como a la muerte. Palabras que cuentan sobre las cosas simples que pasan junto a nosotros y cuyo registro suele ser materia de lo más delicada.
El mismo título tiene un cuento de Paco Espínola: “Qué lástima”. El comienzo nos sitúa una noche, en una vieja pulpería de campaña.
“Paró la oreja Sosa al oír exclamar al desconocido:
-¡Qué lástima, qué lástima, que la gente sea tan pobre!
Sosa ni caso había hecho cuando, media hora antes, vio recortarse en la puerta del despacho de bebidas al escuálido forastero. Siguió absorto en una sensación penosa que lo embargaba frecuentemente. Pero al rato, cuando separado ya el pulpero oyó al otro cerrar la conversación con “¡Qué lástima que la gente sea tan pobre!”, la sensación, de golpe, cambió de efecto. Y comenzó a reconfortarlo algo así como un desahogo.
¡Con qué extraña dulzura había sido pronunciada la frase! Sin rabia, sin rencor… A nadie culpaba. Como si de las desgracias del mundo los hombres no fueran responsables”.
Hay, en esas penas compartidas, una inmensa capacidad de comprensión y de compasión que nace de otra característica que, para mí, une al poeta español con el escritor maragato. Vivieron y contaron cosas de la vida que les resultaban cercanas, formaban parte de su vida cotidiana.
La prensa del Interior, nació con “La Patria Vieja” para contar las historias cotidianas de los pueblos. Para mostrar y defender las convicciones de sus editores y abordar un montón de asuntos que parecen de interés local y pasajero. Pero se encargó de dejar una memoria colectiva, de cercanía con la gente y las cosas de cada ‘pago’.
Fundar y sostener un medio en el Interior es dejar testimonio de la vida cotidiana de las comunidades pequeñas. Entraña la responsabilidad de dejar registro de esas historias. Quizá el único registro perdurable de acontecimientos importantes. Los contenidos de los medios del Interior suelen incluir, sobre todo, esas cosas “chicas para el mundo” pero grandes para reconocernos y reconocer nuestras raíces más profundas.
El periodismo de cercanía, ese que desarrolla la prensa del Interior, tiene mucho de aventura quijotesca. En el trajín del periodista suele haber más palos que mimos y las recompensas materiales son por lo general escasas.
Pero a pesar de todo, todavía da buenos criollos el tiempo y valerosos Quijotes de tierra adentro. ECOS REGIONALES de Trinidad, cumple 20 años de tarea comunitaria.
El fortalecimiento de los medios comunitarios, es un desafío particularmente importante allí donde preservar la identidad local es una necesidad cotidiana. Implica fortalecer lo común, lo que es de todos… La construcción de una comunicación comunitaria implica, darle prioridad al derecho de la gente a tener información de buena calidad, entretenimiento sano y educativo, acceso a lo mejor de la cultura.
“En el camino está la recompensa”. La recompensa es sentirse parte y útil en una comunidad. Los intereses personales: económicos o políticos, el afán de protagonismo, queda en segundo plano. Los medios comunitarios hacen periodismo de cercanía. Si uno habla y escribe para poca gente, a la que conoce y que lo conocen, las cosas son distintas que cuando se trabaja para un público amplio y anónimo.
Para fortalecer los medios comunitarios es imprescindible legitimar el disenso. Quebrar la intolerancia del poder local frente al control y/o la crítica. Todas esas características veo en ECOS y es seguro que habría otras tan importantes como estas para señalar.
Es muy difícil trabajar en periodismo y tener una buena convivencia sobre todo con los que tienen alguna cuota de poder, del poder que sea: económico, social, político, ideológico… Hay como una suerte de “riñas y disputas” por parcelas de poder, que va más allá de que uno quiera o no participar. Un medio de comunicación de por sí establece ese tipo de desafío.
El desafío de la participación no está resuelto en la sociedad en que vivimos. Creo que las sociedades cambian, pero no las cambian desde afuera. Lo importante es que la propia sociedad se organice, participe, discuta, decida. Yo creo que ahí está lo que desde los medios comunitarios se puede y debe hacer cada día mejor. Y creo que ha sido, durante estos años, seña de identidad de ECOS.
Si te dicen que “20 años no es nada” no te lo creas. Es bastante: meses, semanas, días, horas y todas las cosas que pasan en ese lapso, en cada minuto de esos largos años. 20 años en los que ECOS se mantuvo independiente y constructor de una agenda propia. Reflejó la vida y las historias de su solar y su gente. Sin olvidar el Uruguay, la región, el mundo…
Un paseo por sus páginas explica amores y desamores, muestra aspectos de la realidad que no están registrados en otros medios. Fue parte de esta sociedad conflictiva como todas, que a veces parece confundida como tantas. Estos queridos amigos asumieron ser testigos y dejar testimonio. Habrán quedado también, porque a las palabras impresas no se las lleva el viento, registro de errores y humanas flaquezas. Aunque yo no los he visto por cierto.
Estuvieron en la trinchera de las ideas sin haber flaqueado en el esfuerzo, si algo faltó, nunca fue compromiso.
Se abre una nueva etapa. Siempre que se concluye una se comienza otra. Los esperan, en nuevos caminos, otros molinos de viento o quizá los mismos ¿quién lo sabe?
(1) Del poema “Qué lástima” de León Felipe (1884-1968).