Los lujos de la pobreza
El anuncio del cierre de FRIPUR va más allá de un desastre económico, pone a la luz del día la falta de una política seria en materia de industria pesquera nacional.
William Quinteros
Columnista
Algunas veces nos hemos referido en este mismo espacio de Ecos, sobre la problemática de la industria pesquera uruguaya. Partimos de la constatación de que Uruguay posee en su plataforma marina importantes recursos que no solo abarca las conocidas especies como merluza, corvina, etc. Sin embargo están ahí, digamos, abandonada, o mejor dicho y más actual, a merced de quien se atreva en nuestras aguas territoriales. Esto sucede mientras cada uno de nosotros, nos comemos un novillo por año, un animal que necesita cinco años desde que es parido, hasta estar en condiciones de ser faenado.
Hay a mi entender algunas razones fundamentales para que el gobierno encare seriamente este aspecto de nuestra economía. A) Uno sería el aprovechamiento racional de los recursos naturales que el mar nos brinda, B) otro seria la necesidad de una mucha mayor presencia en nuestra aguas jurisdiccionales, como forma de disuadir, a quienes se atreven ilegalmente a penetrar en ella y servirse de nuestros recursos, C) otra no menos importante, es la de poner en práctica una política medioambiental de defensa de nuestros recursos, evitando la depredación ocasionada por el uso de técnicas y métodos de captura indiscriminada, y nos queda, quizás el más complejo pero fundamental aspecto de la problemática, que tiene que ver con el mercado interno. Aquí se combinan aspectos educacionales en materia alimenticia, como la construcción de una red de distribución efectiva de alcance nacional.
En este resumen he puesto de manifiesto además de razones económicas, momentos que hacen a nuestra soberanía y también aunque muy “de pasada” la importancia de mejorar nuestra calidad de vida, con una alimentación adecuada.
Sabemos que el alto consumo de carnes rojas es responsable de un sin número de enfermedades muy presentes en nuestra población. El consumo de pescado tiene muchas propiedades positivas para nuestro organismo, así ha quedado demostrado en múltiples oportunidades. Pero cambiar las costumbres alimenticias de una población parece ser una tarea casi imposible. En realidad se trata de una tarea de inversión de largo plazo, con un plan perfectamente organizado y orquestado, que abarque aspectos de información, como de conveniencia económica. Hoy en Uruguay consumir pescado es casi un lujo. Sin un mercado interno importante la industria pesquera estará siempre en dificultades.
El anuncio del cierre por concurso de Fripur pone el tema sobre la mesa. Desde aquí, Noruega, algunos uruguayos hemos encarado en diferentes oportunidades el tema, incluso con gestiones a nivel ministerial. Para nosotros resulta elemental la cuestión, por vivir en un país que ha dependido de la pesca por cientos de años. Esto hace que su tecnología, sus conocimientos científicos sobre la vida del mar lo ponga en situación de vanguardia, en lo que se refiere a la defensa de sus recursos y del hábitat marino. En su momento propusimos iniciar gestiones a los efectos de lograr un intercambio que abarcaran además de las tareas de captura, la construcción naviera y la elaboración del producto con vistas al mercado. Lamentablemente todo quedó en conversaciones y buenas intenciones. Aún tenemos tiempo, pero esto necesita de voluntad política y eficiencia. En su momento perdimos oportunidades inmejorables en este sentido, por razones de lentitud burocrática. Todo es posible si nos disponemos a trabajar seriamente con un objetivo definido y claro. Un ejemplo, la construcción de la planta re- gasificadora sería una fuente amplia barata del frío necesario para la industria pesquera.
No hay mal que por bien no venga, decía mi abuela que siempre tenía razón. La situación que enfrenta FRIPUR y por ende el gobierno, quizás nos abra las puertas a una industria basada en las riquezas marinas.