En torno al emblemático Café Beyruti giró la investigación sobre “Añoranzas de mi Pueblo”

EL CLUB DE CIENCIA “LOS DE CAÑADA” INVESTIGARON CUÁNTO SABEN LAS NUEVAS GENERACIONES DE NUESTRO PASADO PUEBLERINO

Las Ferias Departamentales de Ciencia se han convertido en este tiempo en una genuina expresión del conocimiento, desarrollado en investigaciones que han dado como resultado trabajos muy valiosos, importantes y novedosos. En esos eventos se integran niños, adolescentes, jóvenes y adultos en una demostración de las posibilidades que ofrece el amplio campo de la ciencia, sin importar edades y condición social de quienes deciden participar con las mejores intenciones, con el deseo de hacer y aportar más allá de los premios y de las distinciones que puedan otorgar los jurados.

En estas páginas hemos dedicado espacios a Clubes de Ciencia interesados en difundir sus proyectos, porque es bueno que la comunidad sepa que tanto en la educación formal como en la no formal existen emprendimientos colectivos de relevancia.

En esta oportunidad ECOS REGIONALES visitó el salón comunal del Barrio Cañada Monzón, donde se vienen desarrollando clases de alfabetización digital promovidas por los Centros MEC, que cuentan con la participación de personas mayores. Desde el mes de marzo trabajan en sintonía con la informática, utilizando la tecnología que ofrecen las computadoras, hoy felizmente tan “amigables” incluso para aquellos que tal vez pensaron no poder acceder nunca a su manejo. Es el caso de este grupo de entusiastas mujeres y hombres compuesto por siete personas que, no conformes con lo que hacen diariamente en sus clases de computación, decidieron armar un Club de Ciencia y así ampliar el campo de acción bajo la coordinación de la Mtra. Mary Pérez.
El grupo está integrado por Carlos Real, Angela Ascurra, Cristina Motta, Nibia Echissure, Walter Correa, Estela Bazán y María Sanabria, esta última recién llegada al colectivo, lográndose insertar con aportes importantes como lo reconocen sus propios “compañeros de clase”.

El Club de Ciencia se llama “Los de Cañada”, en clara alusión al barrio donde se realizan las actividades y el tema elegido para investigar fue “Añoranzas de mi Pueblo”. En la pasada Feria Departamental participó en la categoría “Hornero” con tan buen éxito que fue uno de los seleccionados para representar a Flores en la Feria Nacional que tendrá lugar en Minas, departamento de Lavalleja, los días 5, 6 y 7 de noviembre.

EL EMBLEMÁTICO CAFÉ BEYRUTI
El tema elegido –“Añoranzas de mi Pueblo”- daba espacios para una investigación muy amplia, porque de ese grupo de personas mayores lógicamente fluían recuerdos de todo tipo, sobre un tiempo pasado que ya forma parte de la rica historia de este solar.

Esos recuerdos se fueron constituyendo en fuentes inagotables para un proyecto que debía ser muy concreto. Es así que, para poder ordenar todo ese cúmulo de ideas, se invitó a una clase al Mtro. Mario Magallanes, indiscutido referente de esa historia de pueblo chico que muchas veces queda prendida en el recuerdo, sin ver la luz para que las nuevas generaciones puedan nutrirse de su riqueza.

Magallanes propuso a “Los de Cañada” que centraran su investigación en el Café Beyruti, uno de los lugares más emblemáticos de esta ciudad de Trinidad, desde la década del 30 hasta hoy. Y así fue, el grupo comenzó a investigar sobre el proceso histórico de ese viejo Café, tan querido y consustanciado con la vida de nuestra comunidad poronguera. Un lugar conocido por muchos miles de viajeros que todos los días eran pasajeros de los ómnibus que iban y venían al sur y al norte, yendo a Montevideo y regresando luego, teniendo como parada obligada al Café Beyruti, frente a la Plaza.

La historia del Café se fue armando por los integrantes del Club de Ciencia “Los de Cañada” con datos, fotos y recuerdos aportados por los Beyruti, Jorge y José, y por otros habitués de ese lugar cargado de nostalgias. Supieron entonces que en el año 1933 don José Rivas, propietario del Café La Cosechera, ubicado en la esquina de las hoy calles Francisco Fondar y Fray Ubeda, decidió transferir el negocio a dos de sus empleados, Cherif y Omar Beyruti, dos pujantes y emprendedores jovencitos que agarraron la posta pensando que podían llevar adelante con éxito la empresa, a pesar de la corta experiencia.

El traspaso del negocio en el año 33 a nuevas manos dio nacimiento al nombre Café Beyruti, en esa misma esquina. Allí se mantuvo durante casi treinta años bajo la égida de los hermanos Cherif y Omar hasta que en el año 1961 se inaugura el local del nuevo, amplio y coqueto Café en la esquina de las hoy calles Francisco Fondar y Santísima Trinidad.

Cuántas vivencias, cuántas historias, cuántas anécdotas guardan todavía esas paredes, testigos de infinidad de hechos ocurridos junto a aquel largo y alto mostrador de mármol, en las antiguas mesas y sillas de esqueleto de hierro trabajado con fina artesanía.

Hoy la realidad es diferente a aquella. El destino construido y moldeado por Jorge Beyruti, un hombre entregado de corazón y alma a “su” viejo Café, hizo que esa “marca registrada” continúe viva para orgullo de los trinitarios, pero también para orgullo de los porongueros diseminados por el país y por el mundo. “Qué bueno que el Café Beyruti sigue vivo”, dijo alguien del grupo cuando con la mirada en el papel anotábamos los datos que sirvieron para dar contenido a las “Añoranzas de mi Pueblo”. Y vaya si el Café Beyruti forma parte de esas emociones que arranca el pasado.

¿Cuánto saben las nuevas generaciones de esa historia pueblerina que giraba en torno al Café Beyruti?, fue la gran pregunta que se hicieron los integrantes del Club de Ciencia “Los de Cañada”, y cuya respuesta se disponían a descubrir a través de una encuesta efectuada entre personas de todas las edades.

Esa respuesta fue que las generaciones actuales no solo desconocen los cambios que ha sufrido nuestra ciudad a lo largo de los años; no solo desconocen que hubo gente emprendedora como los Beyruti que forman parte de la identidad de este pueblo, sino que no valoran en su justa medida ese proceso que dio lugar a este nuevo tiempo.

La conclusión del Club de Ciencias “Los de Cañada”, sin embargo, no debe entristecernos ni angustiarnos. Cabe sí asumir esa realidad, pero sobre todo estimular el compromiso de todos los porongueros que vivieron otras épocas –y de los medios de comunicación- de contar y recoger aquel pasado, porque en él se afirma el presente pero también se acicatea el futuro.