Ahora, la Argentina de Macri…
Lic. Hugo Varela Brown
Redacción
En el curso de Historia Contemporánea de la Facultad de Humanidades el Profesor siempre nos decía que a los temas actuales lo mejor era dejarlos “decantar”, a efectos que la primera oleada de opiniones fuera transcurriendo para lograr tener aún más elementos a efectos de elaborar una investigación, que es lo que intentamos hacer aquí.
En Argentina algunos dicen que el triunfo de Macri simboliza la bandera de Boca Juniors y no por haber sido dirigente, sino porque el triunfo sobrevino por toda la línea “amarilla sojera” -de poderosos empresarios- de las principales provincias contrastando con el color del cielo… Ha sido allí donde reinan las grandes patronales agropecuarias que se pararon de mano contra Cristina Fernández en la famosa movilización “Crisis de patronales del campo”, en los momentos que comenzaron a ser tocados sus privilegios.
En otras opiniones de la tan diversa y particular prensa argentina afirman que la nueva derecha se adueñó de los términos “Cambiemos” y “Futuro”, y estuvo allí un incentivo cultural hacia el Presidente electo, como otro factor decisorio.
Por lo visto no se pueden ceder espacios que otros los toman, en directa colaboración mediática y profundamente calculada.
Una historiadora peronista afirmaba que en política existe una cláusula muy utilizada por esos pagos: “Todos somos o tenemos algo de peronistas”, sosteniendo que el propio peronismo se debe a sí mismo definirse debatiendo su verdadera ideología actual.
Con más de cincuenta años de peronismo de izquierda, centro, conservador y derechista, el protagonismo del pueblo argentino -distinguiendo lo que es la capital de las provincias- ha sido muy heterogéneo y diversificado, diferente a otros países de la región. Es algo fácilmente comprobable que luego de años de inestabilidad política al salir de la cruda dictadura, Argentina recién encontró un rumbo definido en los doce años que ha gobernado la familia Kirchner, atacada por varios flancos en forma sistemática, pero con un apoyo popular digno de tener en cuenta, y con importantes aportes a la inclusión social, los derechos humanos y a la deuda soberana, que no se pueden obviar.
Antes de esto, en plena etapa menemista las clases medias y medias altas golpeaban las puertas de los Bancos para que les devolvieran sus ahorros, en una crisis social que golpeó a los sectores sociales proclives siempre a definir una elección, como lo hizo en la actual. Son ellos los grandes promotores de una decisión política, los sumergidos o fuera del sistema no tienen elementos para hacerlo. No debemos olvidar que el triunfo de Macri se debió a la alianza de un conjunto de grupos políticos que se “colgaron” en una línea derechista en pos de promesas electorales que ahora deberá cumplir, sin olvidar que no tendrá mayorías parlamentarias, por lo que deberá negociar los cambios estructurales que eventualmente pretenda hacer, según sus propios y aventurados anuncios efectuados en los estrados triunfales de los últimos días.
El periodista Mario Russo -experto en temas políticos y económicos- ha expresado que el nuevo gobierno se irá paulatinamente alejando de la línea Rusia-China fortalecida con Cristina Fernández, y se abrirá hacia acuerdos con EUA y la Unión Europea en una política de libre mercado que resulta fácilmente detectable en su filosofía de acción. En clara injerencia hacia tratados latinoamericanos -Mercosur en este caso- ha afirmado que solicitará un retiro de Venezuela de dicho organismo, cuando los estatutos afirman claramente que para hacerlo deberá ser ante países en los cuales no se practique la democracia, cosa que no ocurre en la Venezuela actual. Algunos opinólogos afirman que el rol de los medios de comunicación ha jugado un papel importante en su triunfo al reiterar en titulares una y otra vez noticias negativas contra el oficialismo, hecho que no se ha podido rebatir, y que si bien ha tenido su importancia no ha sido el elemento más importante, pues esos medios ya estaban cuando Cristina Fernández ganó las elecciones.
En un desgaste brutal dirigido hacia los Kirchner que oscilaba entre acusaciones de corrupción, enriquecimiento ilícito, -sin poderlos demostrar- la Televisión Pública argentina con su programa diario denominado 6-7-8 “Críticas al poder real”, fue insuficiente para contrarrestar a los otros medios mayoritariamente en posición opuesta a todo lo que asoma como izquierda progresista, hecho que pasa también con la Rede Globo en el Brasil en un cerrado ataque a Dilma Rousseff.
En un futuro cercano pensamos que la administración Macri se definirá como un neoliberalismo con cierta “cara social”, respetando algunas conquistas realmente logradas en los doce años anteriores. Su matriz ya definida concuerda plenamente con el capitalismo actual donde los bloques no sólo se alinean en función de sus orientaciones económicas sino también sobre la posición que asumen los países en torno a la seria problemática internacional que han originado las potencias europeas y ahora se les ha escapado de las manos.
A partir de ahora la realidad latinoamericana deberá ser vista desde otra óptica por lo que Argentina significa a nivel continental.
La historia -“vieja sabia y documentada”- nos enseña de nuestros propios errores para no volver a cometerlos, como también nos previene que los ciclos se cumplen dejando de lado si la democracia se profundizará o quedará más liberada, respetando la decisión de las mayorías. La propia historia se encargará de evaluar el período argentino bajo sus nuevos parámetros.