Sin ellos… no hay espectáculo

Lic. Hugo Varela Brown

Redacción

En las primeras horas del día, cuando el sol haraganea en salir, varios muchachos de nuestro Uruguay toman su mochila y acuden al llamado laboral en las más diversas actividades que contribuye a pagar la olla familiar a lo largo y ancho del país.
Algunos trabajan en la construcción, otros en horarios nocturnos de panaderías; otros tienen oficios y se tiran por la cuenta, y varios salen a buscar la changa de cada día en cualquier actividad…
Mientras esto sucede, un grupo selecto de ciclistas en los mismos horarios salen a entrenar, asisten a los gimnasios y a las piscinas disponibles en algunos lugares. Ellos son una minoría selecta que han sido “tocados por la varita mágica” y comienzan desde la cuna a correr con ventajas luego inalcanzables en las duras competencias oficiales.
Es el ciclismo uno de los deportes más desiguales que existen: en lo económico, en lo deportivo, en lo técnico y físico.
Pueden verse claramente dos o tres grandes divisiones en plena competencia, sobre todo en las carreras de largo aliento, que en Uruguay son sólo dos, pero que también se aprecia en el cronograma dominguero, al cual no todos asisten, pero sí lo hacen aquellos que siempre definen las competencias. Traslados, combustible, locomoción, trabajo, y otros imprevistos consagran la primera gran división entre los competidores de la denominada ‘elite’.
En forma silenciosa y sacrificada una gran mayoría de ciclistas no profesionales agarran su bicicleta para entrenar luego de cumplir sus actividades laborales, generalmente en horas de la tardecita y noche.
Los resultados domingueros son los reflejados luego en las carreras de etapas, incluso en las que se disputan en tres o cuatro jornadas en diversas zonas, según el cronograma.
En las competencias clásicas de Carnaval y Turismo, los equipos se arman necesitando toda una logística detrás que al momento de bajar la bandera es muy desigual en el numeroso pelotón inicial… Superan largamente los veinte equipos y son casi doscientos ciclistas que le dan el colorido inicial a estas competencias, -además de los internacionales-, luego de todo un año de actividad dominguera en diversas zonas del país.
Los esfuerzos para poner a los competidores en ruta dependen -en la mayoría de los casos- de colaboraciones de las Intendencias, colectas, rifas, beneficios, aportes familiares, algunos sponsors cada vez más escasos y las ganas de estar al bajar de la bandera. Estos ciclistas compiten con otros -minoría calificada- que han tenido más fondos como varios que ya participaron en competencias internacionales de muy buen nivel y vienen con más preparación.
Es así que en la ruta se aprecian claramente hasta tres categorías de ciclistas que profundizan sus diferencias al pasar de las etapas: 1º) Una minoría de unos veinte a treinta ciclistas -tal vez ni tantos- que son los que definen etapas y premios; 2º) Un grupo intermedio de otros tantos que se cuelan no siempre en los lugares de privilegio pero que aguantan bien la rueda de los favoritos; y 3º) Un grupo de deportistas ‘amateur’ que representan un 70% del total del pelotón, que disputan “la otra carrera” con las mismas exigencias, pero de forma absolutamente anónima y silenciosa, padeciendo sus carencias que sólo las saben los que están cerca de ellos. Son los que conforman pelotones rezagados que van perdiendo rueda y protagonismo en una competencia donde los medios de comunicación que trasmiten la carrera sólo se ocupan de los dos primeros segmentos, dejando de lado a la gran mayoría de los ciclistas que por lo general llegan a varios minutos de los que siempre definen.
Ellos nunca son nombrados en la competencia durante la misma, no se saben dónde y cómo van, ni a cuántos minutos, ni si pincharon o quedaron atrás por motivos físicos, ni se sabe cuántos son, cómo vienen y a qué equipos representan.
Los medios que se ocupan del relato: televisivos y radiales, han puesto como argumento que por razones de tiempo en el aire (‘Pepe’ Mansilla) es imposible dedicarles una nota, un reportaje, una imagen o hacer conocer sus vivencias de estos equipos ‘amateurs’ que sin ellos al espectáculo del ciclismo, le falta la salsa de ese deporte, sin ellos la competencia se convierte en una monotonía que sólo trasciende en conocer cuáles de los quince o veinte definirán la carrera, a los que se dedican horas de cámara y radio, a lo largo de la competencia.
Los que van cercanos al “coche escoba” o en los pelotones retrasados, no son tenidos en cuenta ni antes, ni en su desarrollo, ni después de la etapa; son los que disputan “la otra competencia”, de llegar, de llevar adelante los colores de sus clubes o departamentos… pero que sólo son nombrados en dos muy claros momentos: cuando pasan la General y cuando se disputa la Contrarreloj, ahora llamada “crono” y más bien por un tema reglamentario.
Son ellos, ahí van, más de sesenta o setenta ciclistas -por no decir más de cien-, muchos jóvenes que conforman lo que integran “la otra carrera”, la de llegar en hora, la de cumplir con los kilómetros pero que no existen en el relato de una competencia que debería tener la obligación y exigencia de nombrarlos, al menos dos o tres veces en el desarrollo de la competencia, como antes se hacía con muchos menos medios técnicos como existen ahora en la comunicación.
Tampoco quedan puestos fijos en los pasajes por los pueblos, para delimitar el pasaje y a cuánto tiempo van de este pelotón de los que definen, que son los que se llevan todos los minutos de la TV y de la radio.
Mientras la televisión monta el esquema del podio con mecánicos gestos para recibir los premios, varias decenas de ciclistas aún siguen pedaleando en las soleadas carreteras con el único fin de llegar a la meta, a veces ya cuando ni controles policiales existen.
Cómo olvidar en la vieja Radio Sport el “Equipo 8” de Modesto Soler y Héctor Regueiro en su moto que tenían el espacio denominado “La carrera de atrás hacia adelante” nombrando en competencia a todos, sí, todos los ciclistas, desde el camión de rezagados hasta llegar al pelotón, en tiempos donde los desparramos eran muy grandes, las diferencias horarias inmensas y donde se requería mucho tiempo y esfuerzo para realizar este tipo de trabajo.
No comparto la opinión de los relatores de TV, que han expresado que “quisieran hacerlo pero no pueden por motivos de tiempo adjudicado”, cuando suman minutos y minutos enfocando los mismos ciclistas y hablando de los mismos equipos. Que no tengan los medios tampoco lo comparto, con los avances técnicos actuales que a ritmo de vértigo se informa de cualquier suceso en pocos segundos.
No se ve tampoco la filmación o el espacio radial para realizar notas fuera de competencia, en la caravana, a sus acompañantes, a la familia que los acompaña, para reflejar la otra vida que pocos saben, repleta de sacrificios y colaboradores anónimos que sin ellos el espectáculo no existiría (“la otra cara de la competencia”). Son ellos parte fundamental de la fiesta del pedal…
Todos se merecen un poco más de democracia deportiva de la comunicación, todos se merecen ser ubicados en la ruta, sus familiares se merecen que los identifiquen y no sólo cuando hay accidentes o abandonos.
Representan más del setenta por ciento de la carrera, equipos armados a pulmón batiente, algunos jóvenes que merecen ser conocidos, pues son “la otra cara de la competencia”; sin ellos el espectáculo se torna rutinario, sin variantes, achicando el espectro de la caravana para especular quién le gana por cuántos segundos y cuáles son sus principales competidores.
Como simple aficionado al ciclismo es lo que puedo apreciar en cada una de las etapas de estas competencias de largo aliento, donde el esfuerzo por llegar contra la deshidratación, el calor, la lluvia y las condiciones desiguales hacen plantear una carrera que no es vista por la gente pero que está allí siempre presente y que podría llenar de anécdotas y enriquecer las etapas y la propia vida de la competencia.
Tal vez esta opinión muy personal pueda ser leída por los que toman decisiones, al respecto, lo que no significa que las compartan; ellos y la empresa para quien lo hacen tendrán sus razones para priorizar sus acciones… pero si antes se hacía con menos recursos técnicos y humanos no veo la razón por la cual ahora se ha dejado de lado, hechos que de acontecer serían motivacionales para todos los que luego de bajar la bandera están en la competencia…
Es a nuestro criterio una necesidad y una carencia que deben solucionar las autoridades y los responsables de los medios; sin ellos el espectáculo se limita, y no se democratiza en el momento culminante que es mientras los ciclistas están en competencia.
Tal vez de alguna forma estas reflexiones puedan llegar a quienes “cortan el pastel”… para reflotar ideas y espacios que siempre existieron sin grandes esfuerzos, tan sólo con la voluntad de tener claro que todos tienen los mismos derechos y obligaciones y deben ser tratados de igual forma no importando el lugar que ocupen, no importando el lugar en la General, el equipo que integran y las diferencias en los recursos al bajarse la bandera.
Es tan sólo una humilde reflexión de un oyente del ciclismo donde los que hacen mayores sacrificios son los que nadie conoce, cómo entrenan, con qué recursos largan y cómo se sienten…

Ilustración: Nirague.

Trinidad
Current weather
Humidity-
Wind direction-
Cloudiness-
-
-
Forecast
Rain chance-
-
-
Forecast
Rain chance-
-
-
Forecast
Rain chance-