Comerciante judío víctima del fundamentalismo
TRIBUNA ABIERTA
Por
Ricardo Berois
Casualmente en estos días, cuando sucede el horrible y canallesco asesinato de un comerciante judío en Paysandú por un yihadista solitario, estoy leyendo un libro que realmente invita a la reflexión. El libro, denominado “Más allá del muro”, nos trae el mensaje que aflora ante el encuentro de tres referentes religiosos, un musulmán, un rabino y un cristiano, que muestra esa necesidad de diálogo, en este mundo cada vez más convulsionado, donde cada uno de nosotros tiene que hacer un esfuerzo constante para construir la paz, pero no sólo con la palabra, sino con acciones concretas que formen parte de su diario existir.
Pensábamos que esta locura fundamentalista era cosa de las grandes ciudades o de los países desarrollados, que anidan a miles de emigrantes con diferentes culturas, pero no, llegó a nuestro pequeño país y a una tranquila ciudad del Interior, donde la comunidad mantiene costumbres de cercanía propia de los pueblos.
Las mentes enfermas que matan en nombre de Dios, están en todas partes, lo que nos demuestra una vez más, el deterioro generalizado al respeto hacia la vida (la propia y la del otro), el desplome moral de los postulados básicos de la convivencia.
Para el Papa Francisco, este tipo de fundamentalismo restauracionista es opio, porque aleja del Dios vivo, de la misma forma para el Rabino Abraham Skorka que sostiene que el fundamentalismo también va más allá, trae aparejados la evaluación y el juicio sobre el otro. Como el otro no vive como yo creo que Dios dice que hay que vivir, entonces lo puedo matar. Ese es el extremo del fundamentalismo, el que conlleva el odio.
A su vez Omar Abboud, ex secretario del Centro Islámico de la República Argentina, nos dice que lo que se define como “terrorismo islámico” se funda en que relaciona una ideología fanática con valores y discursos cercanos a los sentimientos religiosos. Es muy claro en sus conceptos y dice “…debemos afirmar categóricamente que se es terrorista o se es musulmán. No es posible ser ambas cosas”.
Estas tres personalidades, referentes de tres religiones distintas, nos enseñan que el camino de la convivencia debe ser irreemplazable, no sólo en el ámbito religioso, sino en cada una de nuestras acciones, donde la forma de ser y de sentir sólo marca la personalidad de cada uno, pero los valores que representan debemos de respetarlos, en el marco de la norma que toda comunidad se dicta para su sobrevivencia.
Sigue habiendo seres humanos que creen que volando en pedazos edificios, pulverizando personas –sin importar nada-, se reparan injusticias y se cumple con sus “mandatos divinos” y convicciones. Eso no tiene nada que ver con nada, es el triunfo de la irracionalidad, el retorno a la fase primaria de salvajismo de donde se partió hace millones de años. Estamos obligados a hacer el máximo de los esfuerzos para conquistar la razón, el sentido común, los valores primordiales de la supervivencia y la convivencia; el sentido y valor de la vida humana. Debemos, por favor, humanizarnos!
El abrazo de estos tres referentes religiosos, le muestra al mundo que para conquistar la paz en estos dificilísimos momentos no basta con los acuerdos políticos o diplomáticos, sino que es necesario un cambio de mentalidad que termine con la visión del otro como un enemigo.
El Papa Francisco nos dice que es preciso tener la valentía de dialogar. Construir la paz es difícil, pero vivir sin ella es un tormento.