Orosmán Zeballos, el único ilusionista ciego del mundo

UNA HISTORIA DE VIDA PARA PRESTAR ATENCIÓN

Con 80 años, y con discapacidad visual desde su nacimiento, el floridense Orosmán Zeballos se ha transformado en el único ilusionista ciego del mundo, hecho que fuera comprobado el año pasado cuando fue invitado al Campeonato Mundial de magia e ilusionismo que se realizó en Rimini, Italia.

Músico, locutor, encuadernador, masajista, colchonero y hasta soldado fueron varios oficios que ha tenido a lo largo de su vida de sombras por las que ha luchado, integrando además instituciones nacionales e internacionales que luchan por los derechos de los no videntes. Orosmán Zeballos ya pasó los 80 almanaques y se mantiene con una energía envidiable, producto de una vida muy ordenada, sin vicios y con una alimentación bastante cuidada. En su vida ha desempeñado infinidad de oficios como soldado, colchonero, hizo cepillos, fue encuadernador, fue profesor de piano, masajista, locutor, colocador de esterillas en sillas, entre algunos otros, que se escapan en la lista, hasta terminar con lo último que está haciendo, ilusionista. No sería raro, aunque sí difícil, encontrar a una persona con tanta cantidad de oficios. Lo que si lo separa del resto y lo hace único es que este octogenario es ciego de nacimiento.

“Es que siempre le vi el lado diferente a la vida, he buscado siempre el lado positivo de las cosas”. Reconoce que tuvo una niñez difícil en su Florida natal. Su madre quedó viuda muy jovencita y con tres hijos. Al tema económico se le sumaba el problema de Orosmán ya que los facultativos determinaron que para tener una vida con más oportunidades ante su discapacidad debería trasladarlo al Instituto de Ciegos.

UN APRENDIZAJE CONTINUO
Allí Orosmán debió aprender todo. Hoy a la distancia reconoce que “fue un aprendizaje constante y quizás por ese instinto de supervivencia entendí que toda enseñanza era acumulable, que debía prepararme para defenderme en la vida. Y se largó a luchar. Nada le fue fácil, por el contrario, todo estaba con más obstáculos que el resto pero eso, lejos de amedrentarlo o derrotarlo, lo potenciaba. Él redoblaba esfuerzos queriendo superarse y alcanzando metas que parecían inalcanzables.
Y sus objetivos fueron llegando y amontonándose. Aprendió a tocar clarinete, requinto y saxofón sin profesores, solo con compañeros ciegos que ya sabían tocar, lo que llevó a que fuera invitado a integrar la banda mixta para tocar dichos instrumentos. Más adelante demostrando un gran oído aprendió a tocar guitarra, piano y acordeón, y de todos solo conserva el gusto por el acordeón el que toca a diario “para mantener activas las estructuras óseas de los dedos”, dice.
La vida lo llevó luego por otros caminos, más profesionales, buscando un sustento laboral.  “Aprendí a hacer colchones, encuadernación, cepillos y me ocupé en algún momento como masajista”. La vida para el no tenía límites y por eso llegó, tras estudiar parapsicología a tener un grupo en una fonoflatea donde hacia pases magnéticos para calmar el dolor de la gente con un personaje al que el locutor presentaba como ‘Chivalier´ con las palabras que Orosmán repite de memoria. “‘Chivalier: el único hipnotista y psicólogo ciego del mundo, cuyas palabras y demostraciones sabe despertar la admiración y el asombro; un rayo de luz entre las sombras”. Una época de oro para las radios al punto que él cuenta haber compartido escenario con Sandrini, Caruso y algún otro famoso. Pero si todo eso que hizo a lo largo de su vida  fuera sorprendente, desde hace algunos años Orosmán se dedica a la magia, al ilusionismo siendo el único de su condición en el mundo, hecho que quedó comprobado porque el año pasado fue invitado al Campeonato Mundial de Magia que se realizó en julio en Rimini –Italia.
El ilusionista viajó solo y se desenvolvió sin inconvenientes como lo ha hecho en otros viajes a España, México, Argentina, Colombia, etc., porque además Zeballos integra desde hace años diferentes instituciones de no videntes no solo a nivel de nuestro país sino a nivel internacional, lo que le ha posibilitado acudir a eventos, charlas,  conferencias en diferentes países.
Precisamente su faceta de ilusionista lo lleva en estos momentos a viajar a España donde adquirirá dos robots “es esencial que los tenga porque los necesito para mis actos de magia, serán mis ayudantes”, dice, al tiempo que cuenta que estos se encuentran en una de las tiendas más importantes de tecnología de avanzada de Barcelona. Uno de esos robots es de la altura de una persona y es de lo último y no existe en nuestro país. El otro robot, un poco más pequeño pero se traerá, si puede, los dos.
Cuenta que evidentemente los actos de ilusionismo que hace no sobrepasan de los 15 trucos por lo que para montar un show especial debe contar con otros elementos, explicando lo de los robots. “Es una satisfacción poder llevar alegría a los demás, escuchar  las risas del público, los aplausos. Pero también es cierto que lleva muchísimas horas de ensayo, quizás más horas de lo que uno le dedicaría a una profesión”. Pero él le encuentra una motivación al hacerlo, “me siento vivo, pero además en definitiva, la magia es esa intención permanente en uno de mostrar cosas diferentes”.

80 ALMANAQUES VIVIDOS
El 7 de octubre pasado Orosmán cumplió 80 años, tiempo que define como “80 vueltas gratis que le arranque a la vida. Fueron 29.200 días de vida que para mí no dejan de ser una prueba de resistencia que la naturaleza me puso. Hoy ya vamos camino a otro mojón que espero contar cuando llegue a los 81, “sostiene con una sonrisa que se le dibuja permanentemente en el rostro.  Es feliz y le gusta hacer feliz a la gente al punto que cuenta, que una vez al mes, descuidadamente deja caer 100 pesos en la calle, por el simple deseo de hacer feliz a alguien con unos pocos pesos.
Nunca se detuvo a preguntarse porqué Dios no le dio visión sino, que prefirió ver qué armas tenía para defenderse y por eso mismo “logré salir adelante” reconociendo que la preparación, en todo orden de la vida es fundamental. Siempre traté de capacitarme, de aprender, de saber más. Por eso  he comprado libros en España, México y Argentina porque pienso que las letras son en definitiva el alimento del cerebro. A esta altura, a mi edad, casi toda la colección que tenía la doné al Instituto de Ciegos, a la Biblioteca Braille y al Centro de Rehabilitación Tiburcio Cachón, para que sea beneficiosa para otra gente” señala finalmente Orosmán, un verdadero ejemplo de vida y de superación, un espejo  para muchos de nosotros que a veces nos quejamos o nos hacemos problemas por cosas tan banales…