Fue designada como “Mujer del Año”, para representar al departamento de Flores en el evento que reúne a mujeres de todas las Casas de Residentes del país en Montevideo.
MARÍA DE LOS ÁNGELES STOPPIELLO
La Mujer del Año de los Residentes de Flores
Francisco Connio
Redacción/Montevideo
“Me hicieron el honor de designarme a mí como ‘Mujer del Año’, pero entiendo que fue seguramente en gran medida por lo que mi esposo (Kimal Amir) significó para la Casa de Residentes de Flores en Montevideo”, comenzó diciendo María de los Ángeles Stoppiello.
“Él era un enamorado de su terruño, al punto que sintió que la Casa de Residentes era un pedacito de su departamento y yo lo acompañé desde que nos integramos, allá a fines de los ‘80”.
“O sea que yo me adopté y los Residentes me adoptaron como ciudadana de Flores, por lo que me siento muy honrada por esta distinción”, dijo.
María de los Ángeles, a quien los ‘Residentes’ la conocen como Lucero, nació hace ya más de 70 años (se ríe cuando le preguntamos, aunque confiesa que a determinada edad deberíamos ponernos algunos años más, “así cuando nos preguntan la edad nos dicen ¡pero que bien que estás para tu edad!”).
Realizó estudios universitarios en la Facultad de Psicología hasta que descubrió que su verdadera vocación estaba en el trabajo social.
Trabajó en el Consejo del Niño, después INAU, durante 35 años. Hoy disfruta de la jubilación “que me deja tiempo para atender este tipo de eventos y de actividades, la que hacemos con mucha dedicación”.
Lucero trabajó a lo largo de su vida con niños y adolescentes vulnerados y lo hizo en distintas modalidades en el Centro de Observación Nro. 1, Escuela “Berro” y con niños en situación de calle.
Precisamente en esta modalidad fue designada para diseñar y poner en práctica el “Programa de Niños en Situación de Calle”, de la que fue Directora por más de una década.
Culminó su carrera profesional como Directora de la División Prevención y Promoción Comunitaria, de INAU.
Dice que desde siempre estuvo muy vinculada a Flores, pero particularmente desde finales del ‘80 junto a su esposo, a la Casa de Residentes de Flores, de la que hicieron un espacio de encuentro, y un lugar para el fortalecimiento de vínculos afectivos, de rescate de tradiciones y apoyo a la comunidad.
Reiteró que fue “un orgullo enorme” haber sido distinguida por los ‘Residentes de Flores’, “pero me siento un tanto avergonzada porque puede haber muchas mujeres más importantes que yo para ser distinguida”, pero la Directiva en pleno la votó como la mujer que representa al departamento en ese encuentro habitual que se realiza con los Residentes de las diferentes Casas de Residentes que existen en Montevideo.
Difícil de poder desprenderse de la imagen de su esposo, fallecido hace dos años; dice que “él de alguna manera me fue transmitiendo el cariño por Flores, y cada vez que íbamos a Trinidad me decía acá vivía fulano, acá era la casa de tal, acá nos juntábamos con los muchachos a jugar a la pelota, acá nos juntábamos con la barra de éste y aquel otro, acá era la Escuela donde estudié, etc. y tantas cosas que a mi me producían un placer enorme conocer esos lugares”.
“Además debo decir que uno se encariña con la gente, y Flores en particular, pasó a ser mi primer terruño porque la gente del Interior, y no por desmerecer a nadie, pero tiene otra forma de sentir, de transmitir las cosas”, expresó.
Finalmente dijo que ahora, como representante de Flores, “me siento feliz con estas actividades, pero no solo por representar al departamento de Flores, sino de poder compartir con otras representantes de otros departamentos, porque además es un grupo de mujeres muy heterogéneo, que nos hemos dedicado a cosas diferentes y esto fue muy emocionante y algo que no voy a olvidar jamás”.