Trinitarios regresaron de Cracovia con las expectativas colmadas… “recibimos mucho más de lo esperado”
La delegación trinitaria que concurrió a Polonia a participar de las actividades enmarcadas en la Jornada Mundial de la Juventud, fue arribando poco a poco a Trinidad con sus “maletas” cargadas de vivencias, anécdotas y emociones de todo tipo, pero sobre todo con el mensaje del Papa resonando en sus conciencias. Como se recordará, la XXXI Jornada Mundial de la Juventud de la Iglesia Católica se realizó en Cracovia del 26 al 31 de julio de 2016, con presencia del Papa Francisco.
Al despedirse de los jóvenes de la Jornada Mundial, el Papa Francisco les dio a los jóvenes una tarea: “Memoria, coraje, futuro… esperanza”. Además, tras animarlos a hablar con sus mayores los cuestionó: “¿Me prometen que para preparar Panamá van a hablar más con los abuelos? Y si los abuelos ya se fueron al cielo, ¿van a hablar con los mayores? Pregúntenles; son la sabiduría de un pueblo”.
También les exigió para el presente: “¡Tener coraje, tener coraje, ser valiente! ¡no asustarse!”.
Concluyó: “Yo no sé si voy a estar en Panamá, pero les puedo asegurar una cosa: que Pedro va estar en Panamá”.
Sobre eso y muchas cosas reflexionaron Rodrigo Sosa, Noemí Sosa, Ruben González, Bruno Agosto, José Agosto y Patricia Rodríguez, en entrevista concedida a ECOS REGIONALES y realizada en instalaciones de la Parroquia Nuestra Señora de Luján.
-¿Cómo evalúan la experiencia recogida en Polonia?
-RODRIGO: Fue una experiencia que nos llenó mucho de fe. En la Jornada pude vivir realmente lo que es la misericordia; eso fue sobre todo lo que me quedó. O sea, vivir lo que pide el Papa Francisco en este año de las obras de misericordia.
Podría decir que eso fue lo que más me conmovió de la Jornada; me permitió revivir lo que fue Río, pero ahora de otra manera, con más profundidad…
-NOEMÍ: Lo más intenso fue poder llegar a un lugar donde hay tanta vida de santidad, un lugar que dio tantos Santos al mundo, desde Juan Pablo II, Sor Faustina, Jesús Misericordioso y tantos otros Santos que no conocemos, como (Maximiliano) Kolbe que dio su vida en el campo de concentración por un judío que al otro día tenía su sentencia y pedía por su familia. Kolbe que estaba preso dijo: Yo doy mi vida por ti si el soldado me lo permite. Y así fue, y hoy es un Santo en aquel lugar.
Entonces, vivamos la misericordia en nosotros mismos y con los demás cercanos a nosotros, en nuestros trabajos y en nuestras familias.
-JOSÉ: El mensaje de Francisco es intemporal, porque esa expresión de no ser “jóvenes sofá”, de no involucrarse, es universal, es para todos.
El mensaje a los que abrazamos a Cristo, de salir con el resto de los jóvenes y con todos los seres humanos de meter fuerza, llega muy profundamente. Esa es una de las facetas principales, fundamental diría yo, de esta actividad.
-RUBEN: Lo que más me llamó la atención fue ver en la Jornada a tanta gente con los mismos sentimientos, con la misma sintonía. Parece mentira que una persona nuclee a más de dos millones de personas, que las mismas se concentren en un lugar teniendo la misma fe, tanta alegría.
Mucha emoción sentí también cuando nos saludó el Papa Francisco, cuando pasó cerca de nosotros mientras hacía su trayecto; fue una experiencia inesperada que se dio, siendo esa una cosa bien emotiva.
-BRUNO: Lo que más me llegó fue toda la alegría que trasmitían todos esos jóvenes que estaban ahí, que eran más de dos millones. Todos cantando, saltando, y todo eso por Jesús. Fue una alegría y una fe contagiosa.
Puedo decir que volví lleno de fe y de alegría para seguir anunciando, para seguir creciendo en esa fe.
Después, el mensaje del Papa estuvo muy bueno, hablando sobre los “jóvenes sofá” y todo eso, como que están en otro mundo, permitiendo que sean otras personas las que decidan su futuro. Como que hay muchos “jóvenes sofá” y otros pocos que deciden todo, pero no siempre con buenas intenciones.
-PATRICIA: A mí lo que me asombró y gustó más fue ver la universalidad de la Iglesia, y la intemporalidad de esa Iglesia. Porque nosotros pudimos experimentar la fe del pueblo polaco, ver las maravillas de sus Iglesias a través de los siglos y las manifestaciones de fe de esas personas enfrentadas a distintas situaciones como la guerra, el comunismo. Ellos supieron mantenerse firmes en la fe y que eso sirviera para permitirles sobrevivir.
Además, fue una maravilla ver esa enorme cantidad de jóvenes hablando distintas lenguas, vistiéndose de forma diferente, alabando a Dios también en forma diferente, si bien todos iban a una misma cosa que era manifestar ser jóvenes cristianos, hijos de Dios. Fue emocionante verlos a todos en oración cuando se hizo la Vigilia o cuando el Papa hablaba.
Por otro lado, valorar también que fueron miles de jóvenes que dejaron sus actividades, trabajaron para pagarse su pasaje y llegaron a Polonia solamente a eso, a manifestar su fe, a demostrar que son hijos de Dios, que creen en Él y quieren contagiar a otros jóvenes.
-¿Por qué valió la pena participar en la Jornada Mundial?
-PATRICIA: La meta primera en mi caso era acompañar a Bruno, para que él pudiera vivir esa experiencia, pero a pesar de que no tengo su juventud también me sirvió para aumentar mi fe. Son vivencias que recogimos para toda la vida, no solo los jóvenes, sino también los adultos que estuvimos presentes en la Jornada.
-JOSÉ: Valió la pena porque fuimos de un país en que los católicos practicantes no somos muchos. Vamos a las parroquias y somos pocos, no solo en Trinidad, sino que eso pasa en todo el Uruguay. En cambio, llegamos a una ciudad como Cracovia donde en su Plaza hay tres o cuatro Iglesias, y en cada cuadra hay más Iglesias, todas ellas llenas de gente, no solo jóvenes…
Polonia es un país que sufrió mucho, los católicos fueron perseguidos por el régimen comunista, cercenándoseles sus derechos religiosos. Ese país hoy tiene el 95% de la población católica. Tuvo además dos católicos, como Juan Pablo II y Sor Faustina, que mucho influenciaron para que nosotros fuéramos también católicos.
Visitando Polonia, con un pueblo con una enorme fe, uno entiende cómo y porqué surgió de allí un Papa polaco. Ese es un pueblo alegre de ser católico.
En uno de esos encuentros nuestro Cardenal Sturla nos decía: En el Uruguay somos católicos de rincón. Estamos en el rincón sin molestar, sin que pase nada. No tenemos los católicos uruguayos la alegría de trasmitir la fe en Cristo; no salimos a difundirla.
Yo creo que viviendo esta experiencia venimos con las baterías cargadas y con ganas de trasmitir la fe. Es eso en definitiva lo que nos pidió Cristo, que nosotros fuéramos misioneros de su fe con alegría.
-¿De qué manera se puede trasmitir aquí esa fe? ¿Existe algún método capaz de guiarlos para esa misión?
-NOEMÍ: Por ejemplo, cuando se da la noticia que la nueva Jornada iba a ser en Panamá, muchos jóvenes inmediatamente dijeron: Queremos ir, queremos ir… Acá en nuestra parroquia hay muchos que ya están anotados en una lista con la esperanza de concurrir. Ya están pensando en cómo prepararse, no solamente prepararse desde el punto de vista económico para ir, sino también desde la parte espiritual y así hacer un camino para llegar a la Jornada de Panamá.
Ahí también me uno a lo que decía Sturla, en cuanto a que no solamente hay que vivir eso en una Jornada Mundial, sino vivirlo también en nuestras comunidades periféricas. Porque luego vengo a mi ciudad y ni siquiera soy capaz de ir a una capillita a leer una palabra. O sea, no es solo ser misionero, sino llevar la palabra a todos los lugares, animarnos a hablar con nuestros compañeros.
Está bueno que desde nuestro lugar podamos dar esa fe de que nos fue bárbaro, y creo que frutos van a haber muchos, los tenemos que esperar.
-Los jóvenes tienen mucha responsabilidad en eso, vuestra tarea va a ser muy importante…
-RODRIGO: El Papa nos pidió que fuéramos jóvenes capaces de contagiar toda la alegría de ser cristianos, y no quedarnos en el famoso sofá, y que decidamos nuestro propio futuro. Que seamos los que podamos crear algo, que anunciemos a Cristo.
Como decía Sturla en la misa que tuvimos, hay muchos jóvenes que fueron a la Jornada Mundial, pero después no van a las Jornadas Nacionales que son organizadas en mi país. Fue una de las cosas que dijo el Cardenal, él está acostumbrado a trabajar con mucha gente, pero dijo que, si soy cristiano en mi grupito no soy cristiano, porque eso es quedarse encerrado sin hacer nada.
Así es que nos invita a salir, a conocer a todas las capillas. Él dice que en las capillas quedan las santas viejitas, que son benditas, pero hay que ayudar a que no sean solo ellas las que anuncien a Cristo.
-BRUNO: La responsabilidad nuestra es muy grande, más que nada en el día a día con los amigos y conocidos, a quienes hay que trasmitirles en conversaciones cotidianas, incluso cuando preguntan del viaje y esas cosas. Ahí, como si nada, trasmitir esa fe para poderlos entusiasmar, invitándolos constantemente.
-¿En qué te enriqueció esta experiencia?
-BRUNO: Más que nada en la fe, de cuánto creo yo en Dios y en todas las doctrinas de la Iglesia Católica. Más que nada en eso.
-¿Muchas dudas disipaste?
-BRUNO: Sí, varias. Una es, por ejemplo, porqué Dios se lleva a los seres queridos. Sobre eso hemos tenido debates un tanto filosóficos en la clase.
Sobre eso el Papa ofreció la respuesta de Dios, diciendo que Dios está con ellos, sufre con ellos. No hay una respuesta humana…
-¿Cuál es a partir de ahora la responsabilidad con la comunidad?
-RUBEN: En mi caso la responsabilidad es poder trasmitirle las vivencias experimentadas, diciéndoles que ser cristiano es muy sencillo. Que no hay que darle mucha vuelta al tema.
Al viaje fui también con el propósito de conocerme a mí mismo, y hoy puedo decir que todo es posible.
-¿La Jornada Mundial colmó las expectativas que llevaban?
-RODRIGO: Yo que ya viví la Jornada de Río esperaba otras cosas similares, pero lo de Cracovia fue muy distinto, más allá de lo que fue la organización. Yo vine muy contento de todas las vivencias de esta Jornada, recogidas de principio a fin.
Estoy feliz de haber podido ir, que me hayan dado este regalo.
-NOEMÍ: En lo personal mucho más de las expectativas que tenía. Fue una Jornada muy intensa, pero sobre todo tuve la posibilidad de ir a un país que desde mi niñez fue muy cautivante. Polonia era un país que quería conocer porque está detrás de lo que no conocíamos, hablando profundamente de lo político. Ahí tuvimos la oportunidad de estar en la casa de una muchacha muy joven –que fue la que me alojó- que es maestra y habla español, y cuando le preguntamos qué opinaba de este tema, ella dijo: De cada uno tomamos lo bueno, así los polacos hicimos nuestra identidad. Y toda cosa tiene algo bueno y algo malo, hay quienes van a quedarse con lo positivo y hay quienes van a resaltar lo negativo. Pero la nación de Polonia es muy fuerte por todas esas cosas que ha vivido.
Se nota eso en su identidad, en todos los valores y todo lo que tienen. Y lo que más me impresionó fue el valor que le dan a la familia y a la tierra.
En cuanto a la Jornada específicamente, me voy a quedar siempre con una imagen. Cuando al Papa se le da la bienvenida en la misa, yo estaba frente al escenario y mientras hablaba, Jesús estaba detrás. Al Papa le veíamos solo el torso, y parecía que flotaba en los brazos de Jesús. De eso no me voy a olvidar más.
-JOSÉ: Cuando comenzamos la actividad era como un sueño, que muchos creían que no íbamos a alcanzar. Empezamos a soñar cuando fuimos a Río, pensando que iríamos también a Cracovia.
Comenzamos a caminar y a caminar en la comunidad y formamos un grupo que trabajó sabiendo que todo no es color de rosa, que siempre hay piedras, tropezones. Íbamos a ir a un país que no habla la misma lengua que nosotros, no sabíamos dónde nos alojaríamos, pero en nuestro caso fuimos en familia y con integrantes de esta comunidad formando un grupo chico, distinto al que fue a Río por su cantidad. Eso nos posibilitó vivir muy de cerca otras experiencias que son enriquecedoras.
-RUBEN: La Jornada colmó mis expectativas, solo por el hecho de pisar ese país que es mágico, que es tierra de Santos. Uno en Cracovia vio que no está todo perdido, a pesar que el mundo vive muchos problemas, guerras y violencia que se manifiesta de distintas maneras.
Polonia es un país que poco se oye por estas latitudes, pero es impresionante, te reciben como si fueras de ahí. La familia que nos recibió nos dio todo para que pasáramos bien, y los demás nos ayudaban constantemente para que nos sintiéramos como en nuestra propia casa. Son cosas pequeñas quizá, pero puedo decir que fue una experiencia inigualable, y por eso uno tiene que agradecer mucho el ser cristiano.
-BRUNO: Mis expectativas fueron colmadas con creces, porque la verdad que si bien había ido a la anterior Jornada, como era muy chico no me acordaba mucho, y no la había vivido tanto como debería haberla vivido. Esta vez sentí que para mí la Jornada era mucho más que aquella, más adecuada para mi edad, y rescato también la mancomunión, la hermandad de todos los gurises que parece que fueran conocidos de toda la vida, cosa que se experimenta cuando está Dios entre nosotros.
Ese sentimiento me dejó muy satisfecho, lo mismo que los mensajes del Papa Francisco, más todas las demás experiencias que enriquecen mi vida.
-PATRICIA: Por supuesto que la Jornada colmó las expectativas, porque nuestras expectativas era entregarnos en las manos de Dios. Íbamos dispuestos a lo que Él tenía preparado para nosotros. En ese sentido creo que recibimos muchísimo más de lo que esperábamos. Recibimos la hospitalidad de los polacos, el apoyo incondicional de todos los organizadores de la Jornada; siempre que los precisamos estuvieron, ayudándonos a superar las dificultades del idioma, que es una barrera muy fuerte. Realmente nos sentimos muy bien recibidos.
El motivo principal era vivir esas experiencias, escuchar al Papa Francisco, que fue maravilloso, y disponernos con el corazón abierto a lo que él tenía preparado para nosotros.