Se llegó al extremo… ¿y ahora?
Los grandes titulares de los diarios de ayer coincidieron en expresar que una vez más la violencia le ganó al fútbol, a raíz de lo sucedido en el Estadio Centenario donde debió jugarse el clásico entre Nacional y Peñarol.
Escenas de horror recorrieron el mundo, ubicando a Uruguay en el lugar que nunca debió estar, en la medida en que tampoco nadie –o muy pocos- podían imaginarse que iba a llegarse a este extremo.
A la Policía encargada de velar por la seguridad en el Estadio Centenario de Montevideo se le comenzó a arrojar objetos desde la Ámsterdam, una de las tribunas del estadio donde se ubicaban los seguidores aurinegros. No fue el único incidente, puesto que varios funcionarios de recaudación fueron agredidos y se retiraron de las puertas de acceso. También robaron a los vendedores en esa zona del estadio, lo que hizo que la policía interviniese después de que también arrojasen desde lo alto de la tribuna garrafas de gas de hasta 13 quilos, una de las cuales impactó en el cuerpo de un guardia policial.
Al no cumplirse las normas mínimas de seguridad la Policía tuvo que suspender el encuentro, cuando los dos equipos habían calentado en el terreno de juego con muy poco público en las gradas.
Es indudable que estos episodios son la consecuencia de una cadena de hechos delictivos ocurridos tanto en las tribunas, cuando hay competencia futbolística, como en las calles, donde enfrentamientos de hinchas han provocado muertes y heridos.
Los tiempos han cambiado, obviamente, las familias ya no pueden concurrir al estadio a disfrutar del fútbol para alentar sanamente al equipo de sus amores. El avance del narcotráfico está minando las mentes de cada vez más consumidores, sumado a otros delincuentes que, enfermos de rencor y de odio, desatan su ira en las tribunas de los escenarios deportivos, situación que muchas veces es facilitada por los propios dirigentes del fútbol que regalan entradas a verdaderos mafiosos para que su equipo sea estimulado de cualquier manera, sin importar el riesgo que eso supone.
Ha sido éste un tiempo de violencia que hay que parar de alguna manera. Un tiempo en que las autoridades del Ministerio del Interior y los dirigentes de fútbol han perdido muchas horas, no solo echándose la culpa unos a otros de lo que sucede, sin encontrar una vía que conduzca a frenar la violencia en las canchas.
El Presidente de la República Dr. Tabaré Vázquez expresó ayer que “tenemos que comprometernos a luchar contra este flagelo porque a la familia uruguaya le gusta el fútbol. El gobierno va a trabajar en esta dirección. Si de repente el policía reacciona contra uno de estos desubicados delincuentes y pega un palo, no digan ‘que malo el policía’. No estoy hablando de gatillo fácil o palo fácil. Pero el que actúe con violencia será reprimido».
«De aquí en más se terminó la situación que estamos viviendo», manifestó el Presidente. «No van a poder. No va a ganar la delincuencia. No es una tarea fácil. Existe la convicción de reprimir a los violentos», continuó y sentenció: «Si hay un violento y la Policía lo tiene que sacar del forro lo va a sacar del forro».
Que hay que desterrar a los violentos de los escenarios deportivos –y de todos lados- es lo que esperan los uruguayos. El ¿cómo hacerlo?, lo tienen que determinar quiénes tienen responsabilidades frente a la sociedad para que estos desastres no ocurran más.
Esta muy buena la informacion es la primer ves que miro exelente Richard