El “Circuito de la Aviación”: un clásico e integrador espacio de nuestro ciclismo departamental
ESTAMPAS DE MI CIUDAD
Lic. Hugo Varela Brown
Redacción
El sábado de noche, Trinidad se presentaba con mucha lluvia y frío, el oscuro atardecer de julio promovía la convivencia familiar en los barrios de casitas humildes, de ranchos de paja y terrón, en los que alguna pulga que otra acompañaba el ritmo del hogar y el olor a creolina imperaba en los pisos para combatirlas.
En esos barrios, que aún están allí presentes con algunas serias modificaciones, convivía la mayoría de la gente humilde, verduleros, zapateros de oficio, hojalateros, etc., que salían diariamente a ganarse el jornal.
En la gran mayoría de nuestros barrios se respiraba un profundo aroma al ciclismo, siendo Flores un departamento con ese nítido perfil que ha reflejado y refleja brillantes éxitos a nivel nacional.
Del Parque “viejo” hacia abajo, en una calle empinada y llena de grietas, tenía la carnicería Rodolfo Pérez, ciclista del Peñarol, aunque también le salía al fútbol barrial. Frente a la querida Plaza “Flores” vivían los hermanos Reyes, ciclistas ambos, estando también allí instalada por la actual Herrera la zapatería del ‘Negro’ Castromán. Casi al final de Independencia, en el Barrio “Artigas”, vivían “Los Pintos”, también conocidos como ‘Los Muchos’; dentro de la familia se encontraba Huber, más conocido como ‘Tatú’, ciclista del Audax. Cuando República Española pasaba del hormigón al balasto, estaba el almacén del ‘Charo’ Montiel, velocista de los que corrían en calles, pues pistas y velódromos lejos estaba que existieran…; y podría seguir estas ‘Estampas’ barriales de los otroras ciclistas porongueros que marcaron una época notable por los caminos y carreteras de un Flores que crecía a ritmo lento y un país con serios problemas de la más diversa índole.
René Segundo Mesón, los hermanos Lasarte, Calvetti, Echissure, el ‘Negro’ Castromán, Walter Varela, ‘Pelelo’ Recuero, Héctor ‘Mascarito’ Jaureguy, Víctor Reyes, y tantos otros que hacían el majestuoso y gratuito espectáculo del ciclismo departamental; con colaboradores como ‘Katila’ Jelpo, ‘Luviro’, Nené Carbajal y muchos más, sin los cuales este deporte no podía llevarse a cabo.
Pese a las amenazas de mal tiempo, el domingo madrugador apareció nublado pero sin lluvias, frío, muy frío; era el día que tan sólo los lecheros se veían a tempranas horas repartiendo el vital elemento.
Estaba programada la clásica competencia en el tradicional “Circuito de la Aviación”, que se largaba en la Plaza “Flores”, frente a la zapatería de Castromán, donde también se hacía la llegada, teniendo un espacio recto para el embalaje final.
De a poco la gente, con termo y mate en mano, se iba acercando a la Plaza primero, y luego se iban desparramando a lo largo del circuito de balasto bastante lleno de pozos, teniendo hormigón las cuadras que bordeaban la Plaza y tres o cuatro más rumbo a la Aviación -hasta la almacén de Sallúa-.
En esos años no se practicaba ciclismo infantil (Codecam), y recién se comenzaba a organizar lo que luego se llamó la categoría “Novicios”, por lo que el pelotón que largaba en el “Circuito de la Aviación” era siempre de las más variadas edades y trayectorias.
Generalmente eran diez vueltas las estipuladas, caracterizándose por una gran diferencia entre los competidores, porque no todos podían cumplir con un entrenamiento adecuado al momento de la llegada del domingo.
Hasta la Chacra de Castro, pasando las cimas, se veían aficionados en bicicleta acomodados a la orilla del camino; y, al no existir acompañamiento, había tres puestos fijos de auxilio, aunque algunos largaban con el tubo cruzado en su cuerpo y el inflador adjunto.
Faltando unas pocas vueltas, de un domingo de julio, se largó un brutal chaparrón que hizo temblar a los aguerridos ciclistas, que iban llegando de a uno a la meta.
El “Circuito de la Aviación” era algo así como la actual Pista “José Asconeguy”, pues si bien tenía kilómetros de ruta, se ingresaba a la ciudad, donde varios eran auxiliados con los más diversos implementos de competencia y alimentación.
Cuando se fijaba el “Circuito”, su entorno se convertía en uno de los pocos domingos donde la Plaza “Flores” se vestía de gala, con niños y familias en su hermoso y cuidado espacio.
En estas breves líneas queríamos traer a nuestro recuerdo una actividad que más allá de lo deportivo, permitía fortalecer los vínculos de amistad y compañerismo, nuclearse en torno a una noble actividad, siendo muy escasas -en ese entonces- las instancias que había, y el fomento de la convivencia deportiva, siendo el ciclismo uno de los más fuertes en el fortalecimiento de la solidaridad y el compañerismo en y fuera de la ruta.
Con mucha lluvia y frío, lograron finalizar más de la mitad del pelotón, en un gigantesco desparramo, típico de los días de caminos de barro y lluvia de frente al entrar a Trinidad.
“Estampas de mi Ciudad” trae en su evocación uno de los lugares más tradicionales del deporte departamental como lo fue el famoso “Circuito de la Aviación”, con largada y llegada frente a la zapatería de Castromán, en la actual Herrera casi 19 de Abril.
A decir verdad, la mayoría de los clientes del ‘Negro’ eran de la familia del ciclismo, cuando aún los zapatos se arreglaban y los ciclistas largaban con el tubo cruzado sobre sus espaldas…
Cuando la carrera se extendía hasta el Paso de La Atahona, generalmente cada cuatro domingos, la cosa se ponía mucho más dura…; todo se hacía a puro sacrificio, poniendo peso tras peso de los bolsillos de esforzados dirigentes y de los propios ciclistas.
El lunes ya amanecía, la muchachada del ciclismo iba saliendo cada uno a ganarse el puchero: en la construcción como peones de albañil, como soldados, panaderos, zapateros, carniceros, empleados del Correo, etc.
El martes, casi entrada la noche, varios de ellos se juntaban en el almacén de Muscar, para salir a entrenar por la Ruta Nro. 3, en un circuito que iba algo más allá del puente del Arroyo Sarandí; la noche llegaba pronto, el ciclismo podía más que ellos, como hasta ahora sigue brindando un espectáculo gratuito con un alto costo individual o institucional.
¡Salud “Circuito de la Aviación”!; aquí te traemos a la vida, de aquellos pioneros que marcaron una etapa gloriosa en nuestro deporte del pedal.