A 44 años del golpe de Estado asumamos el compromiso con la democracia

En la madrugada del 27 de junio, el Presidente Juan María Bordaberry firmó, junto a los Ministros de Defensa e Interior, el decreto de disolución del Parlamento. De esta manera es el presidente electo constitucionalmente quienen dicho acto deviene dictador de facto.

Han transcurrido 44 años de aquel hecho, que se inscribe dentro de los episodios más negros de nuestra historia.
Aquel acto de Bordaberry con sus Ministros, recibió de inmediato la respuesta de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), organización que convocó a una huelga general con la ocupación -por parte de los obreros- de los lugares de trabajo. Esta medida fue acompañada por la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) impulsando la paralización de las actividades curriculares y la ocupación de los centros de estudio.
La respuesta del gobierno no se hizo esperar y el 30 de junio se emitió el decreto de disolución de la CNT y se dispuso la clausura de sus locales y el arresto de dirigentes sindicales. El 11 de julio la central decidió levantar la huelga en el marco de una represión creciente que provocó que el gobierno debiera habilitar el Cilindro Municipal como centro de detención, debido a que la capacidad de las cárceles y de otros establecimientos de reclusión se encontraba saturada.
La Huelga General se extendió a lo largo de 15 días y fue acompañada por distintas acciones del movimiento popular: manifestaciones relámpago, reorganización inmediata de las ocupaciones luego de los desalojos, volanteadas, pintadas; llegando a realizarse el simbólico acto de apagar la llama de la refinería de ANCAP, ubicada en el barrio La Teja.
Como contraparte, la política represiva desplegada por el gobierno dejó como saldo cientos de detenidos y heridos, y dos trabajadores asesinados.
Este fue el comienzo de un largo proceso dictatorial, llevado adelante no solo por militares, sino con la colaboración de muchos civiles que se adhirieron al régimen de facto, asumiendo responsabilidades de gobierno, desde donde se implantó un sistema de violencia que dejó secuelas terribles. Fue más de una década de atropellos a los derechos ciudadanos, de persecuciones, torturas, muertes y desapariciones, las que aún tratan de esclarecerse frente al manto de impunidad que aún sigue tendido en el país.
En Flores, esa noche del 27 de junio, se colocó un grueso candado en la sede de la Junta Departamental en uno de los símbolos más tristemente recordados por las viejas generaciones, con el cual se silenció la voz del pueblo representada en los legisladores. Después, la acción represora de las Fuerzas Conjuntas, sembrando el terror y el miedo, categorizando a los ciudadanos de acuerdo a sus ideas, “cargando” a gente en los vehículos militares a pleno día para exponer el poder en las calles, en una sociedad acostumbrada a convivir en paz.
Sin dudas que fue la comunidad trinitaria una de las que debió soportar con más rigor la saña del régimen dictatorial. La persecución y la tortura fueron las claves para tratar de amedrentar a un pueblo donde siempre hubo gente dispuesta a luchar –a través de sus ideas y la movilización- por la recuperación de la libertad y el sistema democrático, sin importarle su propio destino.
A 44 años del golpe de Estado vale recordar lo que pasó aquí, para que los más jóvenes sepan lo que significa valorar a cada instante el sistema de vida democrático. Una democracia que siempre es perfectible, para lo cual todos debemos contribuir.
Cabe recordar que, por ejemplo, aún la Justicia tiene pendiente de resolución una denuncia formulada por ciudadanos de Flores que fueron torturados en el cuartel de Trinidad. Denuncia que fue recogida por la Federación Médica del Interior una vez recuperada las instituciones democráticas, que fuera desarchivada por decreto del Poder Ejecutivo, retomándose el proceso judicial –en el que fueron citados reclamantes y acusados por tortura- esperándose hasta ahora un dictamen de la Justicia, por el cual se determinen responsabilidades.
Eso también debe remarcarse, porque ese esperado fallo estará dando mayores garantías a nuestro sistema democrático, al que hay que defender todos los días, pero también ayudar a perfeccionar.
Ese es el mensaje que trasmitimos al cumplirse 44 años del golpe de Estado.

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