Un acontecimiento que potencia viejos objetivos

Con el homenaje realizado ayer a varias mujeres en su día, entre ellas a la periodista y conductora Noelia Etcheverry, la Casa de Residentes de Flores en Montevideo demuestra una vez más la razón de su existencia, y fortalece sus objetivos.
Desde su fundación, en 1980, nuestra Casa se convirtió en un pedazo de territorio poronguero en la capital, albergando a mucha gente de Flores que por los más diversos motivos, pero fundamentalmente buscando nuevos horizontes de progreso –generación tras generación- se fue a residir a la gran ciudad.
A lo largo del tiempo, han pasado ya 38 años, ese lugar ha sido el centro de reuniones sociales, deportivas, culturales, que han permitido a los residentes estar estrechamente ligados, con lo cual mantener vivos sus raíces en su pueblo, donde hicieron parte de su historia y mantienen aún a sus seres queridos, amigos y viejos vecinos.
Por eso, el acto de reconocimiento realizado anoche, en el que participaron representantes de Residentes de otros departamentos, permitió a nuestra Casa no solo reafirmar su cometido, sino ensancharlos, porque allí no solo se nucleó gente de Flores –de allá y de acá- sino que también estuvieron delegaciones de otras comunidades del Interior que tienen los mismos fines.
Es indudable que está en ese territorio de calle Magallanes en Montevideo, un gran referente de los porongueros, y de eso nos debemos sentir orgullosos; de ser parte de ese colectivo que en la capital ha sabido mantener y sobre todo engrandecer a la institución.
La idea lanzada por un grupo de entusiastas Residentes de Flores aquel 12 de octubre de 1980 en la Sociedad Criolla “Elías Regules”, tuvo la fortaleza necesaria como para ir creciendo y logrando metas importantes. Esa convicción demostrada aquel día fue fundamental para que “la Casa” esté hoy cumpliendo los cometidos esenciales, que no se quedan en brindar servicios a la gente de nuestro departamento que se encuentra residiendo en la capital, sino que va mucho más allá de ese puntual objetivo.
La Casa de Residentes de Flores en Montevideo se ha transformado también en un espacio solidario para aquellas personas que, al no tener familiares en la capital, necesitan un hospedaje transitorio. Estamos hablando de aquella gente de nuestro departamento que debe trasladarse a Montevideo por motivos de salud, a someterse a tratamientos que a veces se prolongan por varios días, y originan serios problemas a aquellos –en particular acompañantes de esos pacientes internados en centros de salud- que no tienen posibilidades de hospedarse en un hotel o una pensión.
Pero, además, desde hace varios años, la Casa de Residentes en Montevideo ha abierto sus puertas a cierta cantidad de estudiantes de Flores, para que durante la semana puedan alojarse allí y así poder cursar sus estudios universitarios.
Jóvenes de familias menos pudientes usufructúan las instalaciones de la Casa, la cual ha sido dotada de elementos técnicos para facilitar, al menos en parte, los estudios de esos chicos, en una actitud que corresponde destacar y elogiar.
Los sucesivos gobiernos departamentales han sido un factor importante para el sostenimiento de la residencia, y está bien que así sea en virtud de lo expresado, que está allí, en esa Casa de Flores en Montevideo, un pedazo de nuestro terruño.
Celebramos el acontecimiento de homenajes emotivos vivido anoche, porque más allá del hecho en sí, quedó plasmada una vez más la razón de existencia de nuestra Casa de Residentes en la capital.

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