“Asalariar la pobreza”

Mirtana López
Columnista

El lenguaje refleja a la gente. Así como caracterizamos laboral  o socialmente a una persona cuando decimos que tiene “manos de intelectual”, “manos de agricultor” o “manos de obrero”, algunos recursos sintácticos o expresivos pueden evidenciar en su superficie  las profundidades  éticas de quien los usa.

Quizá mucho podría decirse desde el punto de vista gramatical de la expresión original que hoy conmueve  nuestro interés y que nos hace lamentar por no conocer más de psicolingüística: “Estamos a favor del gasto social, estamos en contra de asalariar la pobreza”.

Son muchas las oportunidades en las que el Dr. Luis Alberto Lacalle Pou  ha utilizado esta expresión.  “Asalariar la pobreza” es un giro novedoso en nuestro  medio. Por lo descarnado, por lo generalizador; porque  aplica un casi neologismo para vincular dos abstracciones: este verbo en infinitivo con este sustantivo  genérico -además de un uso cercano a lo incorrecto- trasmite otras valoraciones similares a las sugeridas en una receta de cocina: “Pelar las papas. Hervirlas…”.  ¿Cómo no sentir que, en definitiva, transforma el hecho concreto por el que un ser humano recibe su salario en una especie de dádiva fumigada sobre los pobres?

Con esta fórmula idiomática, tanto él como su asesor más importante, el Dr. Pablo Da Silveira, se refieren a una de las primeras innovaciones que realizará si asume como Presidente de la República en marzo de 2015. Se trata de la suspensión de las transferencias monetarias directas  que se realizan dentro del actual Plan de Equidad. Se mantendrían, únicamente, las dirigidas a casos de discapacidad invalidante. (No han aclarado si engloban en esa programada suspensión a las históricas Asignaciones Familiares uruguayas, que si no llegaban a conformar un ingreso digno, tampoco ofendían con su formulación lingüística).

Según la Academia, “asalariar” es: “Señalar salario a alguien”. Si mantenemos el sentido al pie de la letra, Lacalle Pou está afirmando que con estas prestaciones sociales lo que se ha hecho es señalar salario a la pobreza. Parece muy duro, casi carente de humanidad. Pero pensemos que haya sido una mera expresión infeliz.  Para confirmarlo acudamos a las aclaraciones de su primer asesor, coordinador de los grupos programáticos. Da Silveira aclara que para su equipo y para el candidato, las transferencias monetarias directas son “un instrumento válido solo como una respuesta de emergencia ante situaciones extremadamente críticas o para ciertas poblaciones que no tienen capacidad de generar ingresos. En las demás condiciones nos parece que no son  un instrumento válido porque generan dependencia, generan riesgo de clientelismo y vuelven más vulnerable a la gente, porque si yo Estado te estuve pagando a ti directamente durante X cantidad de tiempo y tú te acostumbraste a vivir de eso sin prepararte, sin buscar tus propias oportunidades, si mañana yo Estado tengo problemas de caja porque tengo crisis económica y estoy recaudando menos y no puedo seguir transfiriéndote, tú estás peor que nunca, porque no solo te quedaste sin tu ingreso, sino que perdiste hábitos de trabajo, no sos capaz de ofrecer nada en el mercado de empleo”. (La Diaria 12/08/14).

Es decir -quizá  el lector comparte la indignación y la bronca que estas apreciaciones me provocan-: tanto el destacado educador Da Silveira como su asesorado, creen que dar la oportunidad de tener -mínima, muy mínimamente-, las necesidades básicas satisfechas, `genera dependencia´.

Con un poco de honestidad y autocrítica, es imposible no hacerse esta pregunta: ¿cómo se explican ambos a sí mismos? Porque Lacalle Pou pudo estudiar y ejercitar la elasticidad de su organismo solventado por muchas `transferencias´ monetarias semanales y mensuales que su familia  cubrió y que fue  recibiendo desde que nació. Como la han tenido sin niveles de opulencia la mayoría de los niños uruguayos; al igual que quienes lo rodean. Porque no solo él  sería de otra forma si fuera el hijo del peón o de gente sin trabajo.  La otra pregunta  es: ¿Realmente no es consciente el juvenil candidato que tuvo todas las transferencias `habidas y por haber´ sin  que  por eso se creara en él una conducta de dependencia hacia esas transferencias recibidas? Ninguna forma de clientelismo así como tampoco mayor vulnerabilidad. Por el contrario, la educación que su familia le facilitara debería haber logrado un total criterio de independencia individual; lejos de cualquier parecido con clientelismos o dependencias que utilizaban los partidos tradicionales con los más carenciados y que de tantas maneras imaginativas vimos ejercer en el Uruguay.

Cuando el Estado se  hace responsable de aquellos que no viven en condiciones mínimas de desarrollar su vida, su personalidad, sus afectos, su propia autoestima, no está asalariando a los 62.000 hogares con transferencias monetarias directas porque integren `la pobreza´. Por responsabilidad social los está ayudando hasta tanto estén en condiciones de alcanzar algunas formas satisfactorias de realizar sus vidas.
“Estamos a favor del gasto social, estamos en contra de asalariar la pobreza”. Si la idea que se trasmite tras esta expresión es cierta, Lacalle Pou deberá indicar concretamente cómo hará el gasto social sin “asalariar” pero elevando, educando, preparando a la gente para defenderse sola. Además, deberá informar cómo será el programa según el cual el gobierno del Partido Nacional, que él orientaría, no generará dependencia, ni clientelismo, ni vulnerabilidad.
“Mágica, eso” dijo Rodríguez.