La cita futbolística mundial

LOS ECOS DE HOY

Mario Delgado Gerez

Redaccion
Brasil vive por estos días, la mayor fiesta del bolompié internacional: el Mundial de Fútbol.
Quizás ningún evento deportivo lo equipare, fuera de los Olimpíadas, en cuanto a visibilidad, inversión y difusión a lo largo y ancho del planeta Tierra.
Este evento mundialista nuclea a miles y miles de espectadores, en faraónicos estadios que los países organizadores deben construir o reconstruir y reformar, según sean los casos, haciendo inversiones en muchos miles de millones de dólares, para conformar a la dirigencia de la FIFA, que marca las pautas en ese sentido.
Una buena parte de la sociedad brasileña se ha manifestado en contra de la realización de este Mundial en su país y han desarrollado marchas y protestas, para expresar su disconformidad.
Argumentan que esas inversiones multimillonarias que han debido hacerse, bien podrían haber ido a parar a la educación, la salud, la vivienda y otras necesidades que hoy tiene la gente de ese país.
Un Mundial no se hace en una semana o un mes. Precisa de varios meses, que luego se transformarán en años, para dejar todo preparado para una justa futbolística formidable, que tiene espectadores en los más recónditos e impensables lugares del orbe, y que mueve cifras inimaginables, desmesuradas, incalculables, que sostienen un evento de estas características.
Muchos se preguntan si estos mundiales dejan, luego, beneficios para la población del país en que se desarrollan.
Se puede pensar en escenarios deportivos o en infraestructuras viales.
Si en lo social y económico, vale la pena embarcarse en un espectáculo que luego no deje a la sociedad, logros que puedan sostenerse en el tiempo.
Muchas veces las infraestructuras deportivas que se deben construir, refaccionar o montar para la ocasión, terminan olvidadas, abandonadas, no logrando así, ser pasibles de un uso permanente por los habitantes de las ciudades, donde aquellas “afloran” rápida y vertiginosamente, antes de cada Mundial.
Pero la pelota, la pasión, el amor y la glorificación por el fútbol, todo lo puede.
Y entonces en ese “momento mágico”, todos parecen olvidar lo otro, las necesidades que demandan los sectores más sumergidos, o a los que no se les contempla sus reclamos, como ha sucedido por estos días en Brasil.
Mientras tanto, el torneo mundialista sigue. Uruguay está pendiente de él y como país futbolero espera lo mejor de su selección. Y es justo que así sea.
Muchos miles viven de este deporte. Pero estamos seguros, que según sea la posición que ocupe la selección celeste, pasado éste Mundial, y vuelto a la realidad del país, muchos dirigentes ya estarán haciendo o imaginando números, para ver cuánto recibirán las arcas de sus respectivos clubes por la participación de Uruguay en el torneo.
Y verán, que como siempre, no alcanza para nada.