Verónica Gastelú, una Maestra sorda con mucho por comunicar

COMPARTIENDO SUS VIVENCIAS ESTA DOCENTE HACE CAMINO AL ANDAR

ES PARTE DEL EQUIPO DE APOYO A PERSONAS CON DISCAPACIDAD QUE ESTÁ TRABAJANDO EN EL ESCUELA Nro. 2 DE TRINIDAD

Horacio Oyhenard
Redacción

Tras realizarse el acto en el que se presentó a la Escuela Nro. 2 ‘José Enrique Rodó’ como parte de la Red Mandela, ECOS REGIONALES dialogó con Verónica Gastelú, la Maestra sorda que ha venido trabajando en el centro de estudios en talleres de inclusión.
Con la idea de saber cómo es ser un docente sordo en un mundo de sonidos, charlamos con esta Maestra trinitaria que trabaja en Montevideo, San José y Trinidad.
Verónica padece hipoacusia, pérdida parcial (en un 70% en la actualidad) de la capacidad auditiva.
Dentro de los métodos de comunicación que utiliza, Verónica ha aprendido a leer los labios, sistema que utiliza con astucia.
Sonriente, y con muchas ganas de charlar, la docente nos hizo saber que no siempre fue así.
El relacionamiento con personas sordas le cambió la vida, y es esa la experiencia que busca compartir con sus alumnos.

Verónica comenzó diciéndonos que haber llegado a ser Maestra y poder trabajar con niños sordos fue “todo un logro personal”.
“Yo también soy sorda y estoy trabajando con chicos de educación común, o chicos oyentes, además de lo que hago con los niños sordos”, explicó.
La Maestra comentó que llegar a trabajar en Educación Especial lleva su tiempo, “empecé a trabajar con chicos sordos después de haber trabajado un tiempo con los niños oyentes, ya que no se puede iniciar con esa tarea de entrada (una vez recibida)”, debido a que lleva una especialización manifestó.
Gastelú nos hizo notar que su condición le permite trasmitirles a los niños con sordera que “su discapacidad no es impedimento para seguir avanzando, para seguir una carrera, tener un trabajo digno, o bien poder seguir estudiando”.
Verónica dejó en claro que le gusta “muchísimo trabajar con niños sordos”.
La ahora Maestra nos narró que su decisión para llegar a su profesión llegó una vez finalizados sus estudios en el Liceo, “cuando terminé con el Liceo no tenía idea de lo que iba a hacer”, declaró.
“Ahí fue que me invitaron para hacer un curso de instructores sordos a nivel nacional, en el año 1992, el cual se realizó en la Escuela de Sordos de Montevideo”.
“Así fue que yo empecé a relacionarme con gente con mi cultura, ya que antes no conocía a otros sordos”.
“Hasta entonces yo sentía que ser sordo era horrible, que era una discapacidad y que no iba a poder comunicarme con nadie”.
“El curso lo hacían personas sordas para poder trabajar”, narró.
La situación para Verónica cambió una vez que empezó a interrelacionarse con otras personas sordas, “mi idea de todo esto comenzó a cambiar en ese momento, yo entonces tenía dieciocho años”.
“Me empecé a dar cuenta que la sordera no era una discapacidad, que no era una mala palabra, que no era un mal”, expresó.
Verónica, que es oriunda de Ismael Cortinas, lugar donde no existen muchas personas sordas. “Al no haber una comunidad sorda allí, o en el departamento, uno se siente sólo”.
“Eso es un poco de lo que yo les quiero trasmitir a los chicos acá en Trinidad, y en mi trabajo en San José”.
“Quiero que se den cuenta que ser sordo -por más que no haya cultura o un grupo formado-, no es algo malo”.
“Muchas veces niños que son sordos, por no conocer personas adultas sordas no saben bien cómo es el tema. Hay algunos que hay llegado a pensar que iban a morir, o que iban a ser oyentes en el futuro”, exteriorizó Gastelú.
“Un poco el revertir eso fue lo que me motivó a mí a seguir la carrera de Maestra, el servir de ejemplo para estos chicos, de forma tal de que ellos puedan darse cuenta que hay adultos sordos”, explicó.
Verónica concurrió a la escuela en Ismael Cortinas, “en esa etapa yo no sentía bien lo que me diferenciaba con los otros”, dijo.
“Si bien sabía que no me expresaba bien, fui muy aceptada. Tenía la posibilidad de hablar y después cuando me pusieron el audífono escuchaba algo”, reconoció.
“Después hice el Liceo hasta 4to. Año en Ismael Cortinas. Hasta ahí la cosa iba bien, porque éramos poquitos, en un pueblo chico, donde todos me conocían y me ayudaban”.
“Pero la realidad comenzó a ser cruda cuando me tuve que venir para Trinidad a hacer 5to. y 6to. en el Liceo Nro. 1”.
“Ahí me encontré con que no conocía a nadie, nadie me conocía a mí, lo que me hizo empezar a darme cuenta de que era sorda”, nos dijo.
Verónica reiteró que, “cuando era chica no notaba eso porque en Ismael Cortinas era muy bien aceptada”.
Verónica resaltó que el haber sido parte de una sociedad pequeña como la de ‘la Villa’ le ayudó, como también lo hizo el haber sido criada en su familia. “Mamá y mi abuela hicieron malabares para que nosotros pudiéramos salir adelante, porque en mi familia está mi hermana (Leticia) que también es sorda”.
“En casa éramos las dos, entonces entre nosotras nos complementábamos”, detalló.
La Maestra hizo hincapié en el cambio que le generó el conocer el Lenguaje de Seña, “después que conocí esa opción como una lengua pude empezar a expresar lo que yo siento”.
“Igualmente sigo hablando como antes, me sigo relacionando con personas oyentes, tengo dos hijos oyentes y estoy casada con una persona oyente”.
“El habla no me permite a mí expresar lo que siento, por lo que entiendo que para mí la lengua de señas es todo”.
“Es un idioma que yo quiero que los chicos empiecen a ver, que lo vean no como una cosa rara, sino como una cosa normal”, expuso.
Verónica Gastelú resaltó el grado de sensibilización con el que cuenta la Escuela Nro. 2, “esta escuela está muy sensibilizada con el tema, porque hay una estudiante que es sorda”.
“Lo bueno es que los niños cuanto más chicos son, aprenden a convivir lo que permite que con los años no se vean como diferentes, sino que se van igualando, que fue algo de lo que me faltó a mí”, definió.
“Cuando yo era chica e iba a la escuela lo llevaba todo bien, pero con los años empecé a notar la diferencia. Yo me sentía diferente, y no es así, somos todos iguales, lo que ocurre es que tenemos distintas capacidades”.
“A uno esa diferencia de capacidades se les nota más, y a otros se les nota menos”, señaló.
Gastelú reconoció que la situación que vive la niña Delfina como estudiante en la Escuela Nro. 2 es muy buena. “Está logrando que sus compañeros la acepten y convivan con ella, siente que los otros niños están aprendiendo su lengua para empezar a comunicarse”.
“A mí lo que me pasó fue que, aunque tuve una infancia espectacular y lo pasé muy bien, siempre fui un títere. Hacía lo que los demás necesitaban para poder integrarme”.
“Acá con Delfina es al revés, ella se muestra como es como persona para que los demás se integren a ella. Obviamente que ella también tiene que poner lo suyo para integrarse”, marcó Verónica.
La Maestra resaltó lo que está ocurriendo con el proyecto de la Red Mandela, aunque en algunas escuelas hace muchos años que se venía trabajando en estos temas. “Yo hace mucho tiempo que vengo trabajando en la Escuela de Sordos en Montevideo, en San José y acá”.
“Si bien hace muchos años que se viene trabajando en estos temas, los departamentos del Interior están muy aislados, lo que hace que se demore en llegar con estas propuestas”.
“Lo que sí tenemos que destacar es que esto es muy bueno, porque poquito a poquito se va universalizando lo que es la educación, porque la educación o es sólo para personas oyentes, sino que es para todos”, exteriorizó.
Verónica nos hizo saber que de todas las discapacidades, “la más difícil es la del sordo”.
“El ciego no ve, pero está escuchando, aprende a leer a través del sistema Braille y demás. Una persona que tiene problemas motrices de pronto no podrá correr, no podrá parase, pero está escuchando”.
“Entonces ellos están manejando la misma lengua que manejan todos. La del sordo es la única discapacidad que no maneja la misma lengua que el resto”.
“Hay que darse cuenta que el ser humano empieza a desarrollar el pensamiento después de que adquiere el lenguaje, y el sordo no tiene un lenguaje hasta que no aprende la lengua de señas”, argumentó.
“Por eso para un Maestro que no está especializado es difícil trabajar con esta discapacidad. Lo bueno es que la predisposición y las ganas de hacerlo ayudan muchísimo”.
“En la Escuela Nro. 2 no hay ningún Maestro especializado, pero sin embargo están trabajando todos de una forma divina”.
“Mariana, la Maestra de 5 Años, está muy interesada en el tema. Siempre está preguntando o buscando material para poder aplicar en la clase”.
“Eso es algo muy importante, hay que preguntar para aprender, no hay que pensar en que uno sabe todo, y que si no se sabe ‘qué horrible, no digo nada’”.
“Hay que preguntar para aprender, pero eso va muy relacionado a la predisposición que tenga uno”, enfatizó Gastelú.
Verónica comentó además que el llegar a identificar a un sordo en la sociedad es un tanto más difícil que identificar a otras discapacidades, lo que genera muchas veces que las personas no sepan que se están comunicando con un sordo.
“A menos que el sordo vaya comunicándose a través de la lengua de señas, es muy difícil de que la gente se dé cuenta”.
“Eso puede generar varios problemas, como el caso de un sordo que maneje, al que el Inspector le chifle y que él siga, y así puede pasar con otras cosas”.
“La audición es todo, más allá de que nosotros podamos ver o movernos. El mundo se ha globalizado a través de los oídos”, explicó.
Verónica recordó que en la actualidad la Lengua de Señas está reconocida por Ley (Nro. 17.378) a nivel nacional. “Ahí hay varios artículos, pero uno de ellos dice que la persona sorda tiene derecho a comunicarse y recibir la información como las demás”.
“Para eso existen las intérpretes, que son personas oyentes que saben Lengua de Señas e interpretan lo que la persona que habla dice”.
“Esa es una Ley aprobada y que debería cumplirse en todos los informativos o programas de interés nacional por ejemplo”, afirmó.
Verónica sostuvo que para el Estado la discapacidad más cara es la sordera. “A una persona ciega le donan el bastón, a una persona que tenga problemas motrices se le puede conseguir una silla de ruedas o se colocan rampas, pero se hacen una vez”.
“El sordo necesita un intérprete, y éste es un ser humano, lo que implica un sueldo a pagar y demás”.
“Un sordo que no maneja la Lengua de Señas o que no se maneja bien con la Lengua Oral tiene que estar acompañado por un intérprete para poder comunicarse”.
“Por eso decimos que los sordos necesitan recursos humanos, los que generan costos, y no recursos tecnológicos que los comprás una vez y ya está”, objetó.
La Maestra Verónica Gastelú hizo saber que la sociedad uruguaya carece de información sobre las discapacidades. “La gente no está informada”, sostuvo.
“Estamos tan acelerados que cada uno vive para sí mismo, todos estamos con un montón de problemas en nuestras familias o trabajos”.
“El tema no es que no nos importe, sino que no podemos ver esos temas en los otros”.
“Hay cosas que no se saben, como el hecho de que cuando dos personas sordas se está comunicando no hay que pasar por entremedio, eso es como faltarles el respeto”.
“Cuando una persona sorda está haciendo Lengua de Señas no se le puede tocar las manos. Eso sería lo mismo que ponerle la mano en la boca a una persona que está hablando”.
“Todo eso son cosas que muchas veces pasan, y no se hacen por maldad, sino que ocurren porque no hay información sobre el tema”, reveló.
“El estar pendiente tan en nosotros mismos lleva a que sean pocas las personas que se dediquen a informarse en los temas de discapacidad”.
“Por otro lado tampoco hay tantos medios. Estamos tan consumistas que es mucho más preferible hacer una publicidad a un par de zapatos, que una publicidad para informar sobre temas de discapacidad, o cómo ayudar a un ciego a cruzar la calle”.
“Está todo tan globalizado, estamos pensando tanto en ir con los avances del mundo, que no nos damos ese tiempo para las personas que son minoría”, subrayó la docente.

Verónica nos contó que hasta los treinta años ocultaba su discapacidad. “Eso lo hacía porque yo antes no conocía a otros sordos”.
“No tenía comunicación con personas sordas, por eso sentía que ser sordo era horrible, decía Díos, ¿Por qué me tocó a mí?’”.
“Yo iba a los bailes como cualquier persona –y ahora que lo veo desde otro punto de vista entiendo que era falta de información-, y me sentía discriminada”.
“La gente no me hablaba, me miraba raro, o decía ‘mirá la sorda’, y eso a mí me dolía, en ese momento me dolía muchísimo que me dijeran sorda”.
“Hoy en día no, porque me acepté como persona. Y eso es lo que pasa con las discapacidades de las personas, primero hay que aceptarse uno mismo para poder abrirse a la sociedad”.
“Todo depende de cómo lo mires. Yo tengo un antes y un después en mi vida”.
“El antes fue cuando no conocía a otras personas sordas, no integrarme y demás. Si hubiera tenido otra discapacidad y oyera podría haber sabido cuando me decían que me quieren, o me estaban peleando o insultando”.
“La adolescencia que es una etapa difícil para todas las personas para mí fue muy difícil, y lo peor de todo es que yo no lo expresaba, me lo guardaba”.
“Y no decía nada para no hacer sufrir a las personas que me querían”.
“Antes yo no saludaba a nadie, hacía un gesto muy simple, por lo que todos decían ‘qué muchacha antipática’”.
“Mi hermana (también sorda) saludaba a todos muy simpática, yo no. Y a eso lo hacía como un mecanismo de defensa, para que no me hablaran”.
“Yo no sabía si los iba a escuchar o no. Sin embargo hoy que veo las cosas diferente saludo a todos, soy súper simpática, si me entienden bien, y si no también”.
“Lo bueno es que yo hoy les puedo preguntar ‘¿qué?, no te entendí’, antes no podía. Antes me esforzaba tanto para ser igual a los oyentes que me hacía mal a mí misma”.
“Hoy me doy cuenta que soy otra, que tuve un antes y un después de conocer a personas como yo”.
“Ahora que lo veo desde otro lugar me doy cuenta que en ese momento era muy difícil decirle a los adolescentes que me trataran igual. Si uno no vive o sociabiliza con el tema no puede saber cómo actuar”.
“Por eso es tan importante lo que se hace acá en la Escuela Nro. 2. Que los niños interactúen todos los días con Delfina, que vean que hay un adulto sordo”.
Verónica dejó en claro que tenemos que dejar de lado los temores, tenemos que preguntar o buscar la forma de llegar a comunicarnos con las otras personas.
“Siempre hay que preguntar. Muchas veces las personas oyentes piensan, ‘hay es sordo, pobrecito’”.
“Incluso muchas veces se nos llama ‘no oyentes’, la mayoría de las veces nos molesta más que nos llamen así a que nos llamen sordos. Como pasa con los ciegos cuando les llaman no videntes”.
“Si las personas tiene ganas de comunicarse siempre se van a lograr los objetivos. Una persona sorda si siente el esfuerzo de una persona oyente por comunicarse va a ver la forma de que se lleguen a entender”.
“Esa persona sorda va a reconocer ese esfuerzo hecho por la persona que se acerca a comunicarse. Se va a sentir mal si nota que por no preguntar o por miedo a equivocarse la persona oyente no se comunica con él”, puntualizó la Maestra Verónica Gastelú.