Santiago Cono González, jinete de Flores en el Prado 2016
SAVIA NUEVA ARRIBA DE LOS POTROS
Este joven nacido en Cerro Colorado, representó al departamento de Flores en el Prado 2016, siendo su primera incursión en el ruedo más importante del país. ECOS REGIONALES habló con este jinete, de su historia de vida, de su actividad en el campo y de este presente que lo tiene como una de las grandes promesas en el arte de jinetear.
Francisco Connio
Redacción/Montevideo
Ser uno de los jinetes que se trepan a los potros en las Criollas del Prado es de hecho, un gran privilegio. Pero si a eso le sumamos que es uno de los debutantes en esta fiesta campera, es doblemente motivo de orgullo. Es que este veinteañero poronguero Santiago Cono González, es una promesa que casi sin pensarlo se ha transformado en realidad, con un presente venturoso en esto de subirse a aguantar los corcovos de los potros.
Poco acostumbrado a las notas mira como sorprendido y sin entender demasiado cuando lo fuimos a buscar a la zona donde los jinetes tienen instalada su vivienda por esta semana en la propia Rural del Prado.
Allí conviven gauchos de todos los lugares del país y comparten desde la comida hasta las ruedas de mate entre largas charlas. Al buscarlo, alguna broma de algún compañero “vecino” de pieza porque lo requería la prensa lo hace salir presuroso a ver de qué se trata. Tras presentarnos nos pide unos minutos, pues tras haber hecho la monta en pelo se preparaba para disfrutar de la tarde, ya vestido con ropa gaucha pero sin los atavíos de los que montan.
La timidez propia de un joven ante un micrófono pero además el hecho de no estar muy acostumbrado a contar su vida campera como de jinete, le hace decir las palabras en cuentagotas. Aunque a medida que avanzamos en la charla se va soltando y contándonos de esta experiencia de pisar el Prado aunque esto no es nuevo para él.
“No, yo hace mucho tiempo que vengo al Prado acompañando a mi padre, el año pasado bien como voladero y este año si ya como jinete, donde estoy entre la rueda general. Vinimos a probar un año y ver qué pasa”.
ACOSTUMBRADO A MONTAR EN PELO
Compite en las Criollas 2016 en pelo, aunque si bien puede anotarse en ambas categorías, pelo y basto prefiere la primera pues “me acostumbré más a montar en pelo, he andado mucho más en pelo que en el recado”, dice, pero en las criollas domingueras en las que participa habitualmente en cada rincón del país y en Argentina realiza las dos montas.
La pasión por cuestiones del campo y en particular por los caballos es una cuestión hasta lógica, si desde muy pequeño vivió inmerso en todas esas actividades. Oriundo de Cerro Colorado, a unos 24 kilómetros de Trinidad, donde cumple tareas camperas, González reconoce que desde niño se crió entre corcovos de caballos.
“Toda mi familia montaban, mis tíos, mi padre y yo desde chico ando con ellos. Así que me acostumbré a subirme a los potros”, aunque reconoce que “es bravo pero uno se va acostumbrando y perdiendo el miedo… un poco de nervios y nada más”, dice mostrando gran confianza, aunque en el Prado.
En este debut, reconoce, “no anduve muy bien, me pegué unos revolcones, pero bueno me sirve de experiencia”.
Ser el más joven en el ruedo y en la plantilla de jinetes de alguna manera, tiene sus beneficios. Cuenta con el aliento de todos, el apoyo de sus más allegados y los consejos de su padre que está con él en el palenque cuando le toca montar. Sus consejos son fundamentales a la hora de largar.
Lo que parece difícil de explicar el lo hace parecer sencillo cuando señala que lo que hay que tener en cuenta para cualquier jinete que va a montar es “tratar de inclinar bien y engancharlo. Lo principal es enganchar, a veces te toca algún caballo conocido, otras veces no tanto, pero uno ahí arriba del potro lo que trata es de cumplir el tiempo”.
JINETE DE TIEMPO COMPLETO
Para él no es nuevo en esto de jinetear pues al culminar las tareas habituales en el campo, viernes o sábado, el resto del fin de semana “salimos para alguna criolla, andamos jineteando domingo a domingo. Es nuestra diversión” confiesa sin dejar de señalar que las lesiones pueden conspirar no solo con subir sino con no permitir cumplir con las tareas habituales del campo.
“Y a veces a la noche se siente algún golpe. Pero no importa, le salimos igual”, asiente con ese tono campero y una sonrisa que le dibuja la cara.
